Alfonso lo relanzó y los que iban a ir en la versión inicial no podían esta vez. Camarón que también se suponía que iba con la Marcella, no pudo por problemas de salud que no es del caso detallar.
Así que seríamos Alfonso, Vitrola con su nueva moto, (que no es lo mismo que su moto nueva) una V Strom 1000 y yo.
El grupo de coordinación se bautizó como Doña Pinpon y sus dos maridos.
Para no madrugar, y saltarnos el taco de la mañana, quedamos en juntarnos a las 11 en CoChi, total, mayor apuro no había.
Nos juntamos a las 11, pero entre una cosa y otra, la conversa, el café y la desconexión de la realidad que entra cuando uno sale de paseo, sin horarios predeterminados, y con todo el día para cubrir los 400 Km entre Santiago y Mendoza, recién a las 12 íbamos partiendo.
El camino estaba bastante despejado y expedito. Incluso en la parte donde está la construcción de un nuevo paso sobrenivel en Los Libertadores.
Los cerros y el plano ya están totalmente secos, y en el fondo de tonos ocre, resaltan los espinos y los parronales verdes de los cultivos locales, seguramente emprendimientos vitivinícolas.
El puerto terrestre de Los Andes estaba con bastante actividad, a juzgar por las filas de camiones cargados esperando hacer los trámites de rigor; a diferencia de lo que ocurre en Valparaíso, en que la huelga de los trabajadores portuarios eventuales, tiene al puerto casi parado, amén de las protestas y manifestaciones que se propician cada vez que hay un conflicto entre trabajadores y alguna contraparte "poderosa", empresarios o estado.
El tramo entre el puerto y la subida a Portillo estuvo muy agradable, con poco tráfico, pocos camiones, y los poquitos tacos que se hicieron en el camino los sorteamos sin dificultad (a mi me ayudó el entrenamiento en Colombia, para adelantar tacos kilométricos de camiones con poca visibilidad).
Dicen que los entrenamientos en Colombia, en diversas materias son muy efectivos.
Además, varias veces, a la ida y a la vuelta los camioneros muy buena onda, se hacen a un lado y dejan pasar a las motos.
Lo otro muy bueno es el antideslizante de color rojo que ponen en las curvas (supongo que será eso, y no solo una advertencia)
La subida a Portillo bacán! Qué camino más entretenido. El pavimento no está perfecto, pero está muy bueno.
Paramos en la aduana chilena, porque Mamón quería preguntar si podía entrar facturas (croissants de la YPF, no documentos tributarios para algún negocio trucho) desde Argentina a Chile.
Para su alegría, está permitido entrar al territorio nacional las delicias mendocinas.
Seguimos camino hacia el lado argentino. A las 2 de la tarde llegamos a la centro de control integrado. La cola no era taaaan larga, pero fue muy lento porque tenían habilitada solo dos puntos de control.
Más encima, justo delante de nosotros iba un auto con haitianos, que no tenían todos los papeles para pasar a Argentina. Dos de las mujeres que iban, no tenían lo que se necesitaba, y los hombres alegaban que ellas eran sus esposas, y que tenía que bastar con eso para que pudieran pasar, osea, casi como si fueran su propiedad.... jajajajaja en el año de las marchas feministas, y más encima a Argentina donde las chicas por la igualdad entre hombres y mujeres y los derechos de las mujeres la llevan!
Esa parte del camino me encanta, los cortes en las rocas y como va cambiando el aspecto y los colores de los cerros, lo encuentro alucinante.
Había harto viento que alcanzaba a molestar un poco, pero ni tanto.De hecho pude sacar fotos.
Vitrola, sin ninguna costumbre, y sin conocer el camino, lo anduvo pasando medio mal. Yo hace años, en ese camino, aprendí del Popeye, a meterle el hombro al viento. Y resulta.
Quedamos de juntarnos en Uspallata, con Vitrola teníamos que echar bencina.Yo llegué primero, el Mamón no estaba. El paisaje lindísimo. Los álamos verdes, igual que los jardines de las casas al borde del camino.
Me quedé en la berma, para ser visible, esperando a Vitrola.
Cuando llegó cargamos los estanques y seguimos buscando al Mamón.
Lo encontramos en el restorán Don Elías, donde íbamos a almorzar.
Con bastante decepción, constatamos que el logo de Cualtaco que estaba pegado en la puerta de vidrio ya no está, parece que cambiaron todos los vidrios, o sacaron todos los logos. Yo no andaba trayendo uno como para haberlo puesto.
Nos sentamos, no había nadie más en el lugar. Agradecimos estar disfrutando de este paseo, más todavía un viernes, en que casi todos trabajan.
Ellos pidieron bife chorizo, yo una milanesa, ensaladas y flan con dulce de leche, para inaugurar el festival de la comilona del fin de semana.
Seguimos camino a Mendoza por el camino clásico... bello.
El lago artificial estaba bien bajo, se nota mucho la sequía.
La idea era irnos por el camino nuevo, por Cacheuta, que en realidad es un camino nuevo, por donde era antes el acceso a Mendoza, por Palmares.
Hay que entrar a Potrerillos, y ahí está el nuevo camino.
Nosotros nos pasamos, pero nos dimos cuenta, nos devolvimos, le preguntamos a los pacos, y pudimos dar con la ruta hacia Mendoza. Está nuevo, tiene menos de un año, y va por el lado del embalse.
Está muy bonito, hasta después de Cacheuta. Después es el típico camino argentino de una pista y pavimento penca, y a ratos con hartos autos que transitan sin apuro, entre pueblo y pueblo. No sé si son pueblos o comunas, pero se entiende.
Por ese lado está toda la zona de la movida nocturna, con las discotheques una al lado de la otra.
Entramos a Mendoza por la San Martín, en la parte que el pavimento está muy ondulado.
No había tanto taco, y fue más bien fácil llegar al hotel favorito del Mamón.
El Nutibara, mismo que había quedado reservado y pagado en el viaje frustrado.
Nos registramos, fuimos a las habitaciones, nos duchamos, nos cambiamos ropa y salimos a pie, hacia la plaza, la cruzamos mirando los puestos de la feria que se instala ahí, y que ofrecen todo tipo de cosas, ropa, juguetes, accesorios, adornos, artesanías en madera, cuero y vidrio.
Llegamos a la esquina de la peatonal con San Martín, y nos instalamos en la mesa del Gari a tomar una cerveza. Creo que había música en vivo. La ciudad ya está con la decoración navideña, los pinos decorados, las guirnaldas, y los infaltables Santa Claus en distintos puntos .
Seguimos camino hacia la Marchigiana. Había no mucha gente, y nos sentamos en cuanto llegamos.
Con el Vitrola pedimos una lasaña que yo recordaba como muy muy rica. No estaba tanto... me decepcionó
Mamón se pidió una pasta con una salsa de vegetales y jamón, y "un poquito de pesto en un pote aparte".
Yo me repetí el flan con dulce de leche.
Nos volvimos al hotel super contentos, con un clima exquisito.
Yo me fui a acostar, ellos se quedaron un rato tomando una cerveza.
El sábado nos levantamos sin ninguna prisa, para desayunar a las 10.
Luego de la sobremesa del desayuno, fuimos a la San Martín, a la casa de cambio. Ahí cambiamos unos pocos dólares para tener efectivo (casi todo se puede pagar con tarjeta).
Al lado del hotel estaba este rayado, "notable" como diria el Vitrola.En el camino, cerca del hotel había un auto encaramado no sé cómo, en unos monolitos que separan la vereda y el bandejón central de la calzada en la calle Mitre.
Se juntaron varios machos recios para levantarlo a pulso y sacarlo de ahí. Por supuesto que mis compañeritos participaron solidariamente, mientras yo les recordaba "cuidado con la espalda!!"
Después de varios intentos lograron alzarlo y pasarlo por encima, pero me da la idea que en la bajada enganchó el parachoques y al menos en parte debe haberse roto. Además tenía reventado el neumático con el que había chocado.
Seguimos camino y el dueño del auto con un par de amigos lo empujaban para estacionarlo y, supongo, cambiar la rueda.
Llegamos a la San Martín, hicimos la cola para cambiar dólares.El Mamón se equivocó, no se dio cuenta y se saltó la fila jajajajaja, después tuvo que pedir disculpas.
Como era temprano, fuimos a la mesa del Gari a tomar algo. Por la hora, un jugo o un cortado.Había un pascuero para sacarse fotos y grupos en vivo en la misma plaza.
Eso dio pie a una larga y entretenida conversación acerca de la música preferida de cada uno, la celebración de las coincidencias, el intercambio de temas o grupos no conocidos por los otros, y las anécdotas de los conciertos y de la trayectoria de los grupos. Vitrola es todo un erudito en esa materia. Una sorpresa.
Mamón quería ir a un supermercado a comprar caldos en cubo Knorr, con sabor provenzal. Dice que él prepara el mejor arroz con ese condimento, y que en la casa le hacen la ola... lo apañamos en su búsqueda si eso ayuda a la salud conyugal jajajajaja.
Al Vitro se le pegan canciones. Y las canta hasta que se le pega una nueva. Así que cada día teníamos un tema nuevo. A veces más de uno en el día.
Caminamos por Las Heras y Mamón entró al Carrefour por el caldo sin éxito.
Seguimos hasta el mercado municipal y también entramos. Es muy entretenido. Tampoco había caldos.
Tomamos un taxi para ir a almorzar al Don Mario de Palmares.
Llegamos más o menos temprano y conseguimos mesa sin reservas y sin problemas.
Ahí el objetivo era sin duda un buen bife chorizo de 500 gramos.
Eso pedimos con el Mamón, Vitro se pidió un asado de tira. Y ensaladas de berros y yo una mixta. Y los consabidos porrones de litro.
Estuvo muy entretenido y muy rico! Yo no dejé nada porque mi carne venía sin grasa ni nervios. Vitrola dejó los huesos pelados. Estaba demasiado bueno.
No comimos postre porque queríamos ir a Ferruccio Sopelsa a comer helados.
Recorrimos el mall, lo encontré más grande de lo que recordaba.
Estuvimos harto tiempo recorriendo, vitrineando, comprando regalos, y sacando fotos.
Al irnos del mall esperamos un taxi que nos llevara a Belgrano con Maipú para tomar un tranvía que nos dejaría en la heladería imperdible. Lo del tranvía era para conocerlo.
Y así hicimos.
Llegamos al paradero, y cuando se acercó Mamón preguntó cómo había que comprar el pasaje. El conductor le explicó que funcionaba con una tarjeta cargada como la Bip, y que subiéramos no más. Así que en la más flaite, viajamos sin pagar.
Nos bajamos en la mítica esquina de Ferruccio Soppelsa y compramos sendos potes de los mejores helados de Argentina.
Mamón y yo nos despachamos uno de 500 gr (como el bife chorizo) cada uno, y Vitro, más moderado, dio cuenta de uno de 300 gr. de diversos sabores.
Costó darles el bajo, pero se pudo.
Nos fuimos caminando al hotel, por Las Heras, y pasamos por otro Carrefour, detrás de los caldos sabor Provenzal. Tampoco había... mal para el Mamón, parece que se quedaría sin que le hagan la ola jajajajaja.
Seguimos hasta el hotel, me di cuenta que había perdido los dos anteojos ópticos que había llevado (de cuneta por supuesto) así que no podía leer whatsapps.
Después del periplo y la comilona, medio dormité un rato. Vitrola y Mamón se fueron a la piscina y siguieron tomando cerveza.
Yo no me enteré de eso, si no, hubiera bajado a chapotear un rato. Mamón que fue el que más insistió en llevar calzón pileta, no llevó y no pudo disfrutar de la piscina que es un punto alto del Nutibara.
Más tarde bajé y me reuní con ellos, y acordamos ir a comer algo liviano a La Florencia. El Vitro me prestó un par de anteojos para no quedar tan al margen de las comunicaciones de whatsapp.
Mamón estuvo conversando con el recepcionista, que era chileno, oriundo de Constitución y avecindado en Mendoza más de 20 años. Tan avecindado está que habla y se peina como argentino.
Fuimos caminando a la terraza en la vereda de La Florencia, nos instalamos y pedimos pastas y ensaladas.
La conversa muy entretenida, en la intimidad propia de un grupo chico, que favorece cálida cercanía y el conocimiento recíproco.
Volvimos al hotel, y acordamos tomar desayuno como a las 10 y partir a Chile a las 11.
Nos levantamos a la hora acordada. Mis compañeritos ya estaban tomando desayuno cuando bajé y habían conversado con unos gringos alojados en el hotel. De motos of course.
Sin apuro cargamos las motos, pagamos la cuenta y nos demoramos mil años en partir, no se porqué.
Nos dimos mil vueltas y recién cerca de las 12:30 íbamos saliendo de vuelta a Chile.
En la última YPF antes de la ruta 7 entramos a echar bencina, una cola enorme y una espera ídem.
Con paciencia (decir santa sería un exceso) esperamos nuestro turno, el Mamón aprovechó de comprar las facturas recién hechas, calentitas, como dice el aviso, y Vitrola y yo compramos agua y Cocacola.
Con Vitrola habíamos acordado parar en alguna parte a sacar una foto del camino. "Que se vea que estuvimos ahí"
Mamón también sabía.
Anduvimos bien la primera parte del camino, con un par de tacos por los camiones, pero que se desenredan en las subidas con doble pista.
Mamón, obviamente se fue escapado.
Paramos al lado del embalse a sacar las fotos.
La imagen de la felicidad |
Retomamos el camino a Uspallata. Mamón nos estaba esperando, nos juntamos con él, y seguimos, ya que teníamos bencina de sobra hasta Saladillo, y nada de hambre como para almorzar.
El camino de vuelta hasta la aduana, bueno, con poco tráfico, buena temperatura y viento como siempre.
Para mí, lo más difícil es la entrada a los túneles, que están muy mal o nada iluminados, a la hora en que tienes el sol en contra en el camino.
Después de adelantar una fila larga de camiones esperando turno para cruzar la frontera, llegamos a la aduana que se encontraba casi sin público; nos atendieron sin hacer cola. El trámite fue super expedito.
Seguimos a Santiago. La bajada de Portillo aún mejor que la subida... qué cosa más rica!
Paramos en Saladillo, Vitrola y yo echamos bencina y nos despedimos.
El resto de la travesía, sin contratiempos, volvimos a parar después del túnel Chacabuco, para volver a despedirnos... parece que no queríamos que se acabara.
Mamón se fue adelante, no lo vimos más. Con Vitrola nos fuimos juntos por La Pirámide y Costanera Norte hasta el enlace Tabancura, donde nos separamos.
Cada uno llegó sin novedad a su casa, felices con el intenso fin de semana y todos los recuerdos frescos.
Un gran paseo como siempre!!
Mendoza sigue siendo un gran destino para ir más seguido.
Historia pura....eterna Felicida
ResponderEliminarMe lo imagine completo. Fui a Mendoza sin moverme de mi escritorio.Rstupendo relato Pinpon una vez más
ResponderEliminarRana
Jajajajaja buen comentario Ranita... sin moverme de mi escritorio.
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