miércoles, 1 de febrero de 2023

Vacaciones veraniegas 2023 San Luis, Argentina. Día 7 Paseo a Trapiche, La Carolina, San Francisco del Monte de Oro y Nogolí Vol. 2

El plan para este día era haber ido a Saladillo y Villa Mercedes. Pero lo cambiamos por el paseo que no pudo ser debido a la pana de neumático de Camarón.
En buena hora no fuimos a Villa Mercedes, porque justo ese día hubo tormenta con rayos y granizo. Como diría Camarón rayos, truenos y sarpullido jajajajaja.
Los granizos en cuestión, que allá les llaman piedras por el tamaño, esta vez fueron lo que llaman granizo destructivo, que alude a elementos de más de 5 cm de diámetro. Los que cayeron en Villa Mercedes fueron de 8 cm. y pueden alcanzar una velocidad de 150 Km/hr. En un recital, una persona murió al ser golpeada por una de estas piedras.
Así fue que retomamos el plan fallido del día anterior.
Después del desayuno, a las 10:30 partimos a echar bencina, y aprovechamos de revisar el aire. Cuando preguntamos dónde estaba, el bombero nos indica que en la esquina está el sistema para calibrar la presión y echar aire. Yo me imaginé un aparato digno de la NASA... Nada más ajeno a la realidad jajajajaja. 

Salimos de la ciudad y volvimos a admirar el paisaje del camino. Muy lindo todo, el trabajo de paisajismo y las esculturas alusivas a diversas temáticas.

La ruta es la Ruta Provincial 9 y esa zona es la autopista Los Puquios. Hay 3 peajes, dos de ellos liberados para las motos, y el tercero baratísimo. Llama la atención, que en una elevación del terreno hay una escultura metálica roja, con la figura de un ciclista de competición,  como la icónica escultura en honor al Tour de France, en el Col de Tourmalet. Ahí Camarón y Luiggi se encaramaron en la bici, jajajajaja. Acá era más difícil y estamos más viej@s.
En el camino se encuentra lo que llaman Hacienda Grande, Polo Club.Es un polo, valga la redundancia, de atracción turística, ya que se puede ir a comer a su afamado restorán, sin que sea necesario ser socio. Cuenta con caballerizas para 350 caballos y 3 canchas. Aquí se han llevado a cabo Campeonatos Mundiales de Polo.

Seguimos el camino ya recorrido, y tocamos las bocinas cuando pasamos por la Gomería de Exequiel.
Llegamos a La Carolina, un pueblo enano con suelo de piedra laja...ajjjjj #@%=#@!! 
Como son los argentinos para ponerle nombres glamorosos a las cosas, a ese suelo le llaman "empedrado artesanal urbano" y la calle se llama... Pringles!! Obvio!!
Estacionamos las motos a la sobra, frente a la iglesia, al lado de una especie de placita. 

Recorrimos el lugar, entramos a la iglesia, chiquitita, sobria y digna.



En un lugar en altura se yergue la estatua en honor al minero, que debe ser la actividad más relevante.

Ya hacía harto calor, lo que no impidió que exploráramos un poco el sitio donde estábamos. 





Ibamos de vuelta para salir del pueblo, cuando mis compañerit@s pararon en un negocio a comprar agua o algo asi. Como pude estacioné para esperarl@s. Estaba en la mitad de la calle, en un pueblo donde no había casi nadie, pero justo se llenó de autos asi que me adelanté para quedar mejor ubicada. Encontré una sombrilla al lado de un riachuelo que cruza la calle. Estaba más fresco y más bonito.




Ahora, a la distancia, encuentro que el pueblo y su pavimento son muy lindos, una joyita urbanística.
El día estaba caluroso y el cielo con la nubes más blancas que se puedan imaginar y los nubarrones más dramáticos.
Por fin llegamos al pavimento y seguimos hacia el norte. Unos Km más adelante nos desviamos hacia la cuesta del cerro Amago, que lleva hacia el dique y el pueblo de San Francisco del Monte de Oro. Vampi dudó un poco, y paramos en la bifurcación del camino.





Empezamos a subir y comprobamos lo que nos había anticipado Exequiel el día antes. Que era angosto, sinuoso y con mucha pendiente. 
Efectivamente, era bien difícil, con curvas cerradas y contracurvas muy empinadas, y pocas zonas más rectas o más planas. 
Varios arroyos cruzaban el pavimento, estableciendo claramente que estuvieron ahi desde antes del camino. Algunos terneros paraban a tomar agua en ellos no demasiado preocupados por las motos. 
Eso sí, como buen camino de montaña, la temperatura era ideal, 21º.







No sin dificultad avanzamos por la cuesta, hasta que llegamos al mirador El Amago.
Literalmente la punta del cerro.Por supuesto que había un marco de cemento para la foto, y letreros viales tapizados de stickers, y algo como un monolito de metal con el nombre del mirador.Ahí paramos a sacar las fotos de rigor.





Desde la altura se veía la represa, la llanura, y el camino serpenteante de bajada. Como la cuesta Caracoles de Chile pero muy angosta y mucho más larga nos habían dicho. Tal cual.



Desde el mirador se ven los cóndores volando majestuosos relativamente cerca. Igual que las cigüeñas de San Jerónimo, usan las torres con las antenas de telecomunicaciones para posarse. A falta de riscos, buenas son las torres, pensarán.


Después de las fotos y de pegar los stickers de Cualtaco empezamos a bajar. Importante mencionar que en el clásico conjunto de stickers pegados, de diferentes grupos de motos, no había ninguno de Chile. Se podía decir que Cualtaco es embajador de Chile en el mirador El Amago.

Vampi me dejó adelante en la bajada. Fue bastante más fácil que la subida, quizá un poquito menos empinada, pero muy angosta. La bajada tomó 20 minutos o más, es muuuuy larga.





Una vez en el plano nos fuimos hacia el pueblo de San Francisco del Monte de Oro, tremendo nombre para un pueblo super chico. Nos acercamos hacia el dique y el embalse que se veían desde que empezamos a bajar la cuesta.





Llegamos al pueblo que tiene una organización del tránsito muy particular. No se puede entrar por la calle que naturalmente continúa el camino por donde íbamos. Hay que darse una vuelta de varias cuadras por una paralela, hasta poder acceder a la principal. Y cómo se llama la calle para entrar al pueblo? Pringles!!
Llegamos a la plaza, nos dimos un par de vueltas y estacionamos las motos al frente del lugar que elegimos para almorzar, porque era el único abierto... a las 2 de la tarde, insólito. El calor era cosa seria.

La comida estuvo muy buena, y la chica que atendía muy simpática y servicial. Salimos del restoran a los helados Grido, que no faltan en ninguna parte.



Al lado de los helados había un Casino. Y al justo al frente, cruzando la plaza, la iglesia. Ironías del diseño urbano.


Nos volvimos por la RN 146  y nos desviamos hacia el pueblo de Nogolí. 
Hacía mucho calor, 35º con sensación térmica de 800º. Cocinándonos a fuego lento. 


Nogolí es un poco más grande que San Francisco. Es mucho más accesible desde San Luis, en linea casi recta por la RN 146.







Tomamos el camino hacia la cuesta Nogolí que a la bajada empalma justo con el camino donde está la gomería de Exequiel. 
Mucho mas fácil que la de la mañana, los paisajes impactantes y la temperatura rica 21º. Tiene una longitud de 97 Km. y una altura máxima de 2114 m. En esta región hay muchas represas con embalses pequeños que ni siquiera salen en el mapa. en este camino, a media altura, vimos uno en el que el camino pasa por el dique.
La conducción es fácil y las vistas espectaculares.










Llegamos abajo, al cruce donde está la  Gomería, y le volvimos a tocar la bocina. 
El neumático sin problemas.
Volvimos a los 35º 
Paramos en la YPF de acceso confuso a echar bencina y refrescarnos antes de seguir. Ahora se que ese sector se llama La Toma.

Ya en el hotel nos duchamos y esperamos que pasara un poco el calor. 
Después, con los Vampis salimos a comer. 
Camarón y la Sonia no se sumaron. No recuerdo si se quedaron en el hotel o se fueron al Casino. 
Un día de caminos y paisajes sorprendentes, de exigencia en cuanto a manejo y el neumático reparado que pasó la prueba con un 7.



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