Se acabó la cuarentena para Cualtaco. Así como lo escuchan, o leen más bien. Mientras Donald Trump figura hospitalizado por síntomas de infección por COVID, (por fin se contagió, hizo todo lo posible para lograrlo), Cualtaco salió a pasear como antes, un paseo largo, mas de 500 Km. y con reserva para almorzar en un restorán.
Este fin de semana ya se podían hacer viajes interregionales, osea ir de una comuna a otra, con la condición de que la comuna de origen y la de destino estuvieran en Fase 3 o más. Y con el requisito de sacar los permisos para viaje interregional y el pasaporte sanitario. Junto con comisariavirtual.cl, son nuevos conceptos que hemos asimilado en la pandemia, y forman parte del lenguaje habitual.
Vampiro, que como todos, estaba que cortaba las huinchas por salir a un paseo "normal" no como los testimoniales y anecdóticos que hicimos en cuanto se pudo salir a la calle, y que además tenía la idea de un paseo donde participara su hijo Baltazar, propuso un paseo a Cáhuil, pueblito colindante con Pichilemu, y muy conocido en los circuitos gastronómicos por la sal que se extrae de sus salinas (salinas en miniatura, si se compara con las que vimos en Colombia en el camino a Cabo La Vela). Bueno, la sal en cuestión es muy apreciada por l@s cociner@s y considerada como un producto gourmet.
Y porqué Cáhuil? porque están en Fase 3 de desconfinamiento, igual que casi toda la Región Metropolitana. Era lo más lejos que podíamos ir de acuerdo a las restricciones vigentes en el control de la pandemia.
Yo creo que Vampiro no se imaginó la tremenda convocatoria que tendría. A pesar de ser Domingo, ya que en general preferimos hacer paseos más largos los Sábados. Yo no podía el sábado y por eso se propuso hacerlo el domingo jajajaja lo que es ser amigui del Vampi. Y claro, si no voy, la probabilidad de publicación en este blog es más o menos cero.
El paseo quedó programado para el Domingo 5 de Octubre, con la junta en Vilola a las 10 para salir a las 10:15.
El día antes había que sacar el permiso de viaje interregional, para fines de trazabilidad, y el pasaporte sanitario para asegurarse que los contagiados no anden circulando desparramando el virus.
Hubo que abrigarse mucho. Las temperaturas no serían primaverales. Cuando salimos con Camarón había miserables 5 grados.
Llegamos a Vilola a reunirnos con los participantes, y oh sorpresa!! éramos 13 participantes y 11 motos. Camarón, supersticioso como es, se complicó con el número, y voilá, al filo de la hora, cuando ya estábamos listos para partir, llegó el Pollo, para resolver el número aciago, y para salir con el grupo, después de muuuuchas lunas que no lo veíamos.
Wirito estrenó un modelito muy vanguardista, por decirlo de alguna manera...
Volvimos a ver después de meses, al Vampi, la Anto, Paparazzi y la Margarita, al Wiro, Mamón, y lo mejor, el Balta, el hijo del Vampi, con dos amigos motoristas, los tres ahí a la altura del desafío de salir con l@s tí@s de Cualtaco, y un nuevo aspirante, Pancho Fernández, amigo y socio de Camarón, muy simpático y buena onda, en total sintonía con el grupo. Rápidamente quedó bautizado con Pancho Pandemia o simplemente Pandemia, jajajajajaja.
Paparazzi con la Margarita fueron los primeros en llegar, yo creo que ni durmieron de la emoción.
Echamos mucho de menos a la Marcella, que no pudo ir por temas de domicilio (ella es de Viña) y las restricciones de desplazamientos y los permisos que había que sacar.
Nos fuimos por la Costanera Norte, hasta la salida hacia la 5 Sur.
Estaba despejado, pero fresco. A esa hora, y siendo Domingo, había muy poco tráfico en la autopista central, rumbo al sur.
Avanzamos hasta la salida a la Ruta 78, (la peor de Chile en mi humilde opinión).
Ahí nos encontramos con harto más movimiento, con desvíos por arreglos en la calzada, pero aún así seguíamos más o menos juntos.
Los niños, hasta ahí iban muy compuestos, y a la altura del grupo. Después se adelantaron, adelantaron al resto pero no se descolgaron del grupo. Y si lo hubieran hecho, les hubiera llegado!! Mal que mal, iban con Papi.
Nos desviamos en la salida a Melipilla. En el peaje había un poquito de taco, pero justo cuando el Wiro había pagado, y tenía que pasar, "se cayó el sistema" (que, en rigor era que había fallado el computador) y básicamente nos quedamos varados en la barrera del peaje, viendo como se hacía la media cola detrás de nosotros. El Wiro, siempre el Wiro..., jajajajaja
Después de un buen rato, el sistema se recuperó, subió la barrera y pudimos pasar.
Más allá esperaban varios que habían pasado por otra caseta de peaje.
Esas paradas hacen las delicias de los fumadores que aprovechan la contingencia para encender su puchito.
Camarón partió y se adelantó solo, para sacar fotos más adelante.
El camino hacia Rapel en esta época es precioso, con el paisaje primaveral en todo sus esplendor. Los dedales de oro al borde del camino son lindos, montones de flores silvestres en tonos lila y blancos, y también los manchones de yuyos en el fondo verde, perfumando el ambiente. Los espinos floridos también son un bello espectáculo.
Todo esto con el cielo azul realzando los colores.
Pasamos por las antenas de la central de telecomunicaciones de Longovilo, en la comuna de San Pedro.
Es una central construida por Entel inaugurada en 1968 para comunicación satelital. En su época fue un gran salto tecnológico, y gracias a su operación, en Chile se pudo ver el alunizaje del Apolo 11.
Actualmente, 5 de las 6 antenas se encuentran en funcionamiento.
Por ahí andaban pocos autos y avanzamos muy fluidamente, hasta que en un control, pararon al Wiro. No podía ser otro jajajaja
Lo esperamos y reiniciamos el viaje, siguiendo al líder, el Vampiro. El problema fue que el líder se nos desorientó, y se pasó del cruce Las Arañas, con la fila de motos detrás.
A vari@s nos llamó la atención que no dobláramos ahí, igual que otras veces, pero el guía tenía su ruta establecida, y donde manda capitán, el resto, calladitos no más.
Pasamos por el restorán Sanny, famoso por sus pejerreyes, que tanto le gustaba a Vigilante.
Más adelante el guía como que titubeaba, yo que iba detrás, veía que manipulaba el navegador con que iba en su celular... hasta que se detuvo en la berma a reconsiderar el asunto. Wiro se acercó y le preguntó ¿Tay perdido?, a lo que Vampi respondió "un poco" jajajajaja
Ahi surgió la controversia de seguir y llegar a destino por otro lado, o devolvernos hasta Las Arañas, y retomar el camino en ese punto.
Ganó la opción de seguir hasta Las Cabras, porque Baltazar estaba seguro que por ese camino también llegábamos.
No tengo muy claro el motivo, pero ahí nos separamos.
En esa parte el camino estaba precioso, sin tráfico prácticamente.
En algún limite, había un cordón sanitario y su respectivo control, con personal del ejército si mal no recuerdo. La fila de autos no era chica, y deberíamos espera por lo menos unos 20 minutos para ser controlados y pasar.
Pero uno de los encargados le hizo señas al Balta para que pasáramos no más, y rápidamente eludimos la fila y pasamos entre los conos para seguir viaje.
En el camino nos topamos con dos grupos de motos muy grandes. Mucha gente con ganas de volver a rodar, como dicen en los blogs de motos.
Llegamos a Pichilemu, Camarón ya estaba ahí y se había dado un par de vueltas por el balneario de su infancia.
Echamos bencina y mientras terminábamos el trámite, Vampi se adelantó para organizar la reserva en el restorán.
Nos teníamos que ir con el Balta que sabía donde quedaba.
Partimos detrás del Balta pero en el primer semáforo, Paparazzi se quedó atrás.
Nos fuimos como por el centro del pueblo, hasta que salimos hacia Cáhuil.
Teníamos que esperar en la vereda, que en tiempos de pandemia y distanciamiento social, se han convertido en el área de espera de los restoranes.
Mientras nos preparaban la mesa multitudinaria en la terraza, aprovechamos de vitrinear el comercio de la cuadra. Especialmente una tienda preciosa, con productos autóctonos, incluídos saquitos de su famosa sal.
Yo me traje 5 Kg de sal, dos frascos de dulce de alcayota y uno de mermelada de frutillas.
Una vez que la mesa estuvo lista, nos instalamos. Al igual que toda la mañana las mascarillas brillaron por su ausencia. Y también el distanciamiento en los términos estrictos en que se ha planteado. Es que con amigos tan queridos no se puede no mas. Así las cosas, estábamos ahí, en la mesa gigante, todos bien pegados y tan felices de volver a vernos después de tantos meses de encierro y sin paseos.
Los restoranes que han sobrevivido se las han visto negras para reabrir de acuerdo con la norma sanitaria.
La comida estaba más o menos pero los chicos que atendían se esmeraban por dar un buen servicio... en Cáhuil poh... en pandemia poh.
Mientras almorzábamos escuchamos un griterío y alcanzamos a divisar una muchedumbre que automáticamente interpretamos como una marcha por el Apruebo o por el Rechazo, las opciones del próximo plebiscito respecto a una nueva constitución. Pero no, nada más alejado de la realidad; se trataba de una procesión en honor a San Andrés si mal no recuerdo.
Entre una cosa y otra, se nos hizo un poco tarde y preferimos volvernos por el camino más corto, por Melipilla.
Partimos todos juntos con el plan de parar en la represa a sacar la foto grupal.
Ese primer tramo estuvo bien, paramos en el embalse a sacar la foto, y conversamos un rato antes de retomar camino.
Nos acordamos de la Marcella con la bandera italiana que flameaba junto a la chilena, ahí al borde del lago.
Seguimos por un camino demasiado concurrido, y adelantando donde se pudiera en un camino demasiado angosto y trabado. La segunda pista es una necesidad.
Llegamos al peaje antes de la Ruta 5, otra espera por taco... y el sol ya estaba muy bajo.
En ese momento decidimos con Ojitos no parar en la Copec de la 78 para no atrasarnos aún más.
Y así lo hicimos, llegamos a las casas sin novedad, pero de noche.
Lo pasamos demasiado bien!!
Cuánta falta hacía retomar los paseos con los amigos!!
Si la pandemia lo permite, será el primero de muchos paseos en esta vuelta a las dos ruedas.
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