jueves, 28 de abril de 2022

Feriado de Semana Santa en Copiapó Viernes

Camarón se levantó muy temprano, para partir de vuelta a Santiago... una pena y un tremendo esfuerzo haber viajado a Copiapó para volver al día siguiente.
Wirito que parece que es de poco dormir, se había despertado muy temprano y estaba levantado y tomando desayuno a las 7:30.
Los demás fuimos apareciendo de a poco en el desayuno, con el plan de ir a Bahía Inglesa saliendo a las 10:30.


En alguno de los chat Spoiler nos había dado el dato que se podía visitar la Mina San José, donde hace una década un derrumbe dejó aislados en un espacio reducido, a 700 metros de profundidad a 33 mineros. En la actualidad está convertido en una especie de atracción turística, gestionada por Sernatur, y Vampiro tenía claro cómo llegar.
El día estaba nublado y fresco, pero la nubosidad fue disipando con las horas. Salimos del hotel a otra Copiapó, casi sin tráfico, silenciosa  y quieta, en Viernes Santo, día de recogimiento para la comunidad católica.




Pasamos a la Copec en la salida de la ciudad, a echar bencina antes de seguir a la mina San José.

Esperando que estuvieran tod@s listos, estacionamos al lado de un grupo de jeeps enchulados, o quizás sería más correcto decir tuneados, aparentemente para ir a algún paseo off road. Los participantes, todos hombres jóvenes nada deportistas, con fenotipo de guatón parrillero bueno pa la cerveza. Al menos eso me pareció por los diálogos que sostuvieron, más centrados en las provisiones y el hielo en el cooler para mantener las chelas heladas jajajajajaja.

Seguimos camino por la 5 Norte, unos 20 Km. hasta el desvío a la C327, correctamente señalizada. Ese día, Viernes Santo, había pacos cumpliendo con el deber de controlar a los automovilistas. Le tocó a Migué.
L@s demás lo esperamos un poco más allá.


Esa ruta, como es de suponer, se adentra en el desierto en medio de cerros, en un recorrido bellísimo. Prácticamente sin tráfico, y sin nada que rompa la quietud y el silencio. La atmósfera prístina y el cielo azul realzan la belleza y los colores de los cerros. Casi se adivinan las riquezas minerales con solo mirar el paisaje.









El camino, entero pavimentado, por la C327 y luego la C351, hasta el desvío que es la subida misma a la mina. Ese tramo que serán menos de 5 Km., es de tierra, consolidado, bastante parejo, y no reviste mayor dificultad... pero para mí, cualquier cosa que no sea pavimento y teniendo la posibilidad de evitar la tierra, elijo evitar la tierra. No había andado ni 50 metros, y me detuve. Migué que ya había anticipado la situación, fue al rescate y ne salvó del mal rato. El subió en mi moto, y yo, cómodamente en la camioneta con la Olga y la Angelita.
FIN DEL PAVIMENTO 😩

HASTA AQUI NO MAS LLEGO YO 🤷‍♀️


Llegamos arriba, al lugar rebautizado como "Circuito los 33", según se aprecia en la leyenda hecha con piedras pintadas de blanco y 33 banderas chilenas en la ladera del cerro a la entrada del lugar.


En la alegoría también está presente el catolicismo, que a mucha gente ayuda a sobrellevar las tragedias y a tener fe en que ocurra lo imposible. Esta vez representado por una cruz, en una especie de altar, de diseño muy moderno, a la entrada del recinto.
Estacionamos y alcanzamos a escuchar la explicación del encargado del lugar, Edmundo Castro, un ex minero, hombre muy afable, hospitalario y cercano. Entre otras cosas nos indicó dónde estaba el baño y nos comentó que si necesitábamos, tenía agua purificada y que nos podía invitar un te o un café. Por cierto, la entrada es gratuita. 

Nos dirigimos al mirador construido para dar la mejor panorámica del lugar, con la información muy exacta de los acontecimientos en una línea temporal, y los hitos que marcan los lugares relevantes: el campamento, el Plan A, el Plan B.



La tragedia de los 33 mineros sepultados por el derrumbe de una galería a 700 m de profundidad, se transformó en noticia mundial cuando el presidente de la época, Sebastián Piñera, se propuso sacarlos vivos. Puesto a la tarea, movilizó recursos, contactos, expertos, y lo que hiciera falta para rescatarlos.
Con el paso de los días y de las semanas, se armó un campamento al lado de las faenas de excavación para el rescate. Lo bautizaron Esperanza, y albergaba esposas, hij@s y familiares de los mineros enterrados. Y en paralelo, empezaron a llegar los medios de comunicación de todas partes del mundo, quienes también se instalaron en el lugar para cubrir los eventos día a día. Realmente fue una hazaña. El planeta pendiente de la suerte que correrían 33 mineros, que no contaban con comida ni agua para sobrevivir demasiado tiempo. El primer intento de perforar hasta llegar al lugar donde supuestamente se encontraban fracasó. Sin embargo, la tenacidad y la audacia de las autoridades de la época hicieron que se pusiera en marcha otra perforación, con maquinaria y expertos de varias partes del mundo. Y este segundo plan si resultó, logrando llegar hasta el sitio donde se encontraban los hombres. Eso permitió mandar comida, agua y tener comunicación con ellos, a 700 m de profundidad. 
Después de casi 70 días el primer minero pudo ser traído a la superficie en la cápsula Fenix, que recorría como un ascensor, la perforación que logró llegar hasta donde se encontraban los hombres. 1300 millones de personas, alrededor del mundo seguían expectantes el desarrollo de los acontecimientos, transmitidos por medios de múltiples países. Fue un momento muy bonito y emocionante que se compartió como humanidad. 
De hecho, en Copiapó se erigió una escultura "a la paz mundial" después del rescate.


Recorrimos el lugar con todos estos recuerdos en mente, de como cada un@había vivido esos momentos. Vale la pena la visita! 



En la parte más alta hay una gigantografía, pa la foto, alusiva al acontecimiento, destacando una imagen que también dio la vuelta al mundo: el famoso papelito que los mineros enviaron a la superficie por el tubo que rompió en el taller donde pudieron refugiarse luego del derrumbe, y que decía "Estamos bien en el refugio los 33" Piñera anduvo con el papelito, presto a mostrarlo cuando era pertinente y cuando no lo era jajajajaja.


A la vuelta nos quedamos un rato conversando con Edmundo, que nos contaba que hasta el día de hoy no se resuelve ni se zanja el destino de la mina, asi como el destino de los ex trabajadores, que quedaron en una especie de limbo administrativo, ya que nunca fueron desvinculados y finiquitados como hubiera correspondido, al tener la mina prohibición de funcionar por ser muy insegura.

Pero el sigue ahí, a cargo del lugar. Vive solo en una "casa" de container, escucha rock del bueno, y le gusta vivir asi : "me gusta el cerro" me dijo cuando ya nos estábamos despidiendo. A lo que yo le respondí: "a mi también me gusta el cerro" estableciendo una especie de complicidad entre personas que les gusta el desierto.

Tal como habíamos subido, bajamos hasta el pavimento. Yo volví a subirme a mi moto, y Migué retomó el volante de la camioneta, y seguimos a Bahía Inglesa, por la C351, unos 40 Km.

Disfruté cada kilómetro del camino en la mitad del desierto.
Llegamos a buena hora a Bahía Inglesa, justo a tiempo para conseguir estacionamiento y mesa en el restoran Bahía Coral. Tomamos una mesa en la terraza. A pesar de estar muy concurrido, nos atendieron muy bien. La chica encargada de nuestra mesa lograba aprenderse el pedido de cada un@ de memoria. Admirable!!
Nos repetimos el Huaringa sour que es un must de este lugar. Traté de averiguar qué es exactamente pero fracasé en el intento. Huaringa es una palabra que se refiere a ciertas lagunas altiplánicas  peruanas. Etimologicamente la palabra alude a un liquido  espeso (Huari) y a una laguna (inga) y que tiene que ver con el pisco sour ni idea! pero es buenísimo!!



Todos los platos riquísimos!! un deleite. Además fue un almuerzo muy educativo. Wirito nos enseñó como cobrarle a los clientes morosos, y nos compartió su fórmula  que es infalible jajajajaja.
Después del banquete recorrimos la Costanera. Harta gente, much@s haciendo día de playa, y much@s recorriendo los puestos con toda clase de objetos, algunos artesanales y otros no tanto. Justo ese fin de semana había una Feria Nacional de Artesanía, que había vuelto a formato presencial.
A pesar de que ya estaba permitido andar sin mascarilla en lugares abiertos, la mayoría de la gente seguía usándola todo el rato. De hecho, se sentía muy raro andar sin ella.




Después del paseo, volvimos a las motos, Migué sacó la mía del estacionamiento, y volvimos a Copiapó. La familia Curiel Sánchez se fueron a conocer Playa La Virgen. Yo fui una vez en auto, el camino, o más bien huella, espantosamente malo! El lugar es precioso, una joya en el litoral de la región, pero si el camino no ha mejorado, es un suplicio llegar.
Llegando a Copiapó nos estacionamos en la plaza con la intención de tomarnos un café. Casi todo estaba cerrado, pero ubicamos un local donde de mala gana nos sirvieron unos cafés de máquina.
Estuvo muy agradable, ahí sentados al frente de la plaza, la hora pasó volando con abanico de diversos temas. Incluidas historias de orfanatos. Nos reímos mucho!


Nos fuimos al hotel y en el camino pasamos a echar bencina. Al poco rato llegaron Migué y compañía. 
Al día siguiente iríamos al salar, motivo del viaje, y había que llevar picnic y bencina. No supe bien quienes fueron al supermercado a hacer las compras para el otro día, Seguro Migué con la Olga, pero no supe si alguien más se paletió. 
Yo me quedé en mi habitación preparando el material para este blog. 
Mas tarde pidieron pizza y se juntaron en el comedor.
Durante el día Camarón nos actualizaba su viaje de vuelta a Santiago. Nos avisó cuando llegó después de un viaje sin contratiempos.
Ir a almorzar a Bahía Inglesa, siempre es lo mejor, aunque ya no tenga novedad. La novedad la puso la Mina San José. Un verdadero acierto que nos hizo el día!!










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