jueves, 3 de octubre de 2013

De Pamplona a Andorra





Fue difícil irse de Pamplona, de las horitas compartidas con mi hijo, pero el viaje es a Los Pirineos, no, a Pamplona a ver a la familia... este fue un gesto de Migué, incluir Pamplona en la ruta.
Por supuesto que no salimos a la hora… no me acuerdo quién se atrasó esta vez… Popeye debe haber sido.



Muy cerca de la salida de Pamplona  paramos a arreglar el neumático del Vampiro porque ya habían hecho el diagnóstico el día anterior, era un clavo enterrado en el neumático, que mejor era no moverlo hasta tener todo lo necesario para que el remedio no resultara peor que la
enfermedad.


El experto en acción






El día estaba muy bonito, soleado, lo que realzaba la silueta de los molinos de viento sobre los cerros, que convierten la energía eólica en eléctrica y que son tan característicos de esta zona de España.
También notables un par de túneles enormes, de dos pistas más berma por lado, y larguísimos. Yo creo que ni siquiera producen claustrofobia a los susceptibles. A mi, al menos me encantan.

El camino siguió super super agradable, con algunos castillos medievales en medio de los campos, paramos a fotografiar uno.





 Empapados en la estética del medioevo, dos de nosotros se identificaron con los caballeros andantes de la época, sería por andar montados y con casco? y una semi armadura?






 Varios pueblos chicos a la pasada, muchas rotondas y zonas de disminución de la velocidad, alternadas con autopistas estupendas. En una de las rotondas Migué quiso hacernos dar dos vueltas completas denuevo...
Jordi no picó y se quedó esperando, los demás seguimos en filita.
La paciencia de Ojitos fue recompensada esta vez. El siempre quería parar a  a tomar un cafecito en el camino y nunca ocurrió… hasta este día que paramos en un lugar muy bonito, con una terraza al lado de los cerros, creo que hasta río tenía.





Sacamos fotos, alguno se habrá tomado una cerveza en vez del café, y seguimos a Ainsa, a almorzar.
 A Cristián le costó mucho recordar ese nombre, más que la lubina. Yo creo que ya lo olvidó definitivamente.

Ainsa es increíble, un pueblo no tan chico, bien normal pero que tiene un castillo en una colina espectacular. Hay restoranes donde almorzamos, y después visitamos el castillo que es impresionante, un punto alto del día.








El almuerzo estuvo muy bueno!!!


Gracias Migué por mostrarnos cosas tan lidas!! Además el día veraniego, excepcional. Antes de partir los mecánicos esta vez se enredaron decidiendo si arreglaban o no la cadena de la moto de Luiggi que iba suelta… al final se impuso la cordura, para mi por lo menos y decidieron hacerlo en un lugar más apropiado. 
Claro que al final creo que no lo hicieron nunca... no sé que habrá sido mejor.



Seguimos camino a Andorra por lugares increíbles, especialmente una zona de acantilados altísimos, rectos, que casi no dejaban ver el cielo, en el camino de montaña con curvas. Algunas partes me recordaron el camino a Mendoza. Me encantó esa pasada!!

El atardecer nos pilló en medio de los cerros, y en una curva, el sol en contra de lleno en los ojos nos encandiló a todos que nos vimos en apuros y pensamos que mas de alguien podía chocar porque no se veía nada y no quedaba otra que parar. Pero no pasó nada.

Después de eso seguimos, claro que medios desordenados, Ojitos, que ya no tenía que hacer mérito para ganarse el cafecito, me adelantó sin más ni más y se llevó a Migué detrás de él. No sé cuando pasaron los otros, y yo tuve que parar a arreglar mi bolso que se habá soltado. 
A Camarón, que me acompañó, justo le entró una llamada del yerno para laPaty, pero se le coló por el blue tooth de los cascos, insólito.

Después de reagruparnos seguimos camino y volvimos a parar en una explanada para abrigarnos un poco, justo cuando la luna llena empezaba a salir en el horizonte, impresionante.





Ahí por supuesto la foto de rigor. Esta vez costo más que posaran!!




Aprovechamos de mandarle un saludo de feliz cumpleaños a Elmer
Seguimos a Andorra, en la entrada nos desordenamos y nos perdimos, Camarón entró por donde no era.

Después de un rato nos encontramos, pero no era tan grave porque todos más o menos sabíamos donde estaba el hotel, donde habíamos estado 2 días antes. Igual yo me paré en la esquina para indicarles y que no se pasaran.

 Sebastián nuevamente nos dio toda la champaña que quisimos, y de nuevo nos fuimos copeteados a la comida de despedida, ya que al otro día nos separábamos: Migué a Cuenca a su casa, Ojitos, Camarón, la Paty y yo a Barcelona y los Batistes, Cristián, Popeye, Luiggi y
Vampiro a  la Costa Azul, con Vampiro que hacía años que no andaba en moto, de guaripola de la manada.

Migué que estaba chocho con su título de guaripola, hizo entrega oficial del cargo al Vampiro, que yo creo que la pura idea ya lo estresaba.
Fuimos a comer a la pizzería, nadie con muchas ganas de despedidas, las dejamos para el otro día mejor. A la vuelta encontramos botada una motito rosada de Barbie con una rueda mala, le arreglaron la rueda, me subí..

, pero lo que pasó en Andorra, queda en Andorra.

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