Anoche, al regresar a la cabina me encontré con la grata sorpresa de
que entrgan un certificado de que uno estuvo en el Cabo de Hornos.
29 de febrero, día de despedidas y de intercambio de emails y de
teléfonos, extrañaré a Graeme y Juan Carlos, espero volver a verlos
alguna vez.
Después que todos desembarcan decido ir a dar una vuelta a Ushuaia.
A la salida del puerto me encuentro con el capitán, que me acompaña
hasta la ciudad, una cuantas cuadras del puerto y me da las primeras
coordenadas. Además me saca fotos con los buques, y me explica un poco
la historia de cada uno. El mas sorprendente es el Europa, un velero
que navega a la Antártica, y uno paga por ser tripulante. En el fondo
es un tour de aventura extremo.Hay creo que 8 cupos por viaje. No sé
cuánto costará… harto me tinca.
Ushuaia,… Ushuaia es tan Argentina.
Desde que uno sale del puerto,... yo nunca había estado acá y sin
embargo tengo la sensación de que es algo totalmente conocido y
familiar, con algo de Bariloche y San Martín de Los Andes, de Mendoza,
de San Rafael…
Argentina, agrandada como es, pero poco pulcra, con onda pero
desprolija, los hoteles 5 estrellas y las veredas destruidas, tiendas
chic al lado de las baratijas, los souvenirs, los cafés, los muros
rayados con todo tipo de recados para todo tipo de gente, de lo que
recuerdo “Gracias Nestor, fuerza Cristina”, “Fernanda bruja, trucha,
estafadora” “Basta de injusticia” “no al voto, solo mentiras”, “Marcos
trolo, tené cuidado” y muchos más, un facebook en los muros.
Y desde el muelle se ve un gran letrero blanco con letras celestes,
pintado en el muro del puerto, que dice “Ushuaia, capital de Las
Malvinas”, cosa que de inmediato te conecta con la idea de conflicto,
y te pone en la incómoda sensación de tener que tomar partido aunque
no quieras.
Y los papeles y envases de bebidas que la gente (los argentinos creo
yo) tiran a la calle sabiendo que es pega de otro limpiar, con poca
conciencia colectiva.
Con poca disposición a fomentar el turismo, si ya está dado, no
necesitan esforzarse. La ciudad está llena de personas evidentemente
turistas, ya sea por su aspecto directamente,(los alemanes y
norteamericanos de mas de 1,90 mt son inconfundibles), su vestimenta,
outdoor fashion, o porque como yo, andamos con la cámara fotográfica
colgando del cuello y le sacamos fotos a cosas que para el local no
tienen el más mínimo interés, pero no hay trato especial para con
nosotros.
Bueno, cruzar las calles no es tan fácil los pasos de cebra no sirven
de nada, siempre los autos pasan y los peatones (osea los turistas)
tienen que esperar que no venga nada para cruzar, aparte que andan
super rápido. Y los escapes ruidosos y los bocinazos no ayudan a que
el paseo sea relajado.
Pero luego que uno se familiariza con estos detalles, viene el segundo
impacto, por lo menos para los chilenos, o por lo menos para mí, que
es caer en la cuenta de que la Antártida, la Patagonia y el fin del
mundo también son argentinos y lo compartimos con ellos. Es muy raro…
y queda la duda de si los argentinos se dan cuenta de lo mismo, de que
es compartido con Chile y no sólo argentino. No salí de la duda.
El museo del presidio es interesante, pero lo mas entretenido es
recorrer las calles.
También hay un duty free, parece que más barato que Punta Arenas, y
hay una librería gigante de dos pisos, eso si que me gustó y estuve
mucho tiempo ahí, pero no compré nada, porque me hice el propósito de
no comprar otro libro hasta que lea 3 que tengo pendientes desde
Octubre mas menos.
De vuelta al crucero, la reunión de presentación de la tripulación,
los nuevos pasajeros, que son de 18 nacionalidades, incluído un grupo
de 21 rusos y rusas, de mediana edad, muy, pero muy bulliciosos,
revoltosos, me recuerdan a Cualtaco…aunque no entienda nada de lo que
dicen, es evidente que están todo el rato echando la talla, y hablando
leseras y todos se matan de la risa. En lo que no se parecen a
Cualtaco es que literalmente “toman como cosacos”, hombres y mujeres,
se repiten los aperitivos, una y otra vez y si consideramos que hay
bar abierto...
Esto es lo mas interesante para nuestro Camaron |
Esta vez mi compañera de mesa es una chilena que vive fuera de Chile
40 años más o menos, enfermera, con una vida increíble, ha vivido en
Australia, Inglaterra, el país de su marido, Arabia Saudita y ahora,
retirados los dos decidieron vivir en un lugar “con calorcito” y se
fueron a Granada. Anda sola, invitada por su hermano que es el maitre
del restorán, y junto con la pareja de fotógrafos, somos los que
hacemos el crucero de ida y de vuelta.
Por supuesto que ya me invitó para que la visite la próxima vez que
vaya a España
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