domingo, 1 de abril de 2018

Arrancada a San Francisco Lodge

Muchos fines semana sin moto... no sé bien cuántos pero ya estaba necesitando un ride, como dice mi amigo Vigilante.
El jueves propuse ir a Cuncumén, me encanta ese camino... Elmer dijo que iba. Vigilante también.
Y nadie más.
Ya más cerca del sábado, la idea no había prendido, Elmer se había bajado y solo quedábamos Vigilante y yo.
Camarón después dijo que iba en auto.
A última hora del viernes hubo cambio de planes.
Con Vigilante acordamos ir a un lugar más cerca para poder salir más tarde, y una buena alternativa era el San Francisco Lodge en Los Andes.
La junta sería en CoChi a las 11.
Qué rico volver a subirse a la moto!!
A CoChi llegamos a la hora prevista y al poco rato llegó Camarón con la Marcella y Rondamon con la Malena que se sumó a última hora.





Ellos se fueron en el regio Mercedes de Ronda.
 El camino a pesar de ser ultra mega conocido siempre es rico. Ya se notan los primeros tonos otoñales en los pastos amarillos.
En algunos potreros no cultivados hay rebaños de cabras.






Antes de Chacabuco estaban haciendo trabajos de mantención del pavimento y de las bermas parece, pero había poco tráfico, por lo que no se hizo taco.



El día estaba muy muy rico, soleado, con calorcito de fin de verano.
El camino despejado en el marco de la cordillera de Los Andes como imponente telón de fondo.




La Marcella igual se esforzó por sacar fotos desde el auto. 
Yo hice lo mío con la gopro. Además me hago selfies jajajaja




En San Esteban estaba todo pasando! Una celebración de algo, con mucha producción en la plaza, carpas, amplificadores, escenario,  y harta gente.



Después de eso empieza el camino de montaña, que es precioso, con curvas más bien fáciles, y poco tráfico.
Las motos nos fuimos adelante porque es una lata ir detrás de un auto en un camino como ese.


Hasta el puente de madera no exige ningún esfuerzo. Debe ser porque ya es tan conocido que uno sabe lo que viene.

Llegamos al lodge, estaba lleno, y el acceso es controlado.
Hay una cadena que impide el paso y un portero que registra los datos y chequea que haya reserva.
El problema es que esta cadena nos hizo detenernos en una subida y de tierra.
Cuando nos dejaron pasar yo no pude sacar la moto, me iba para atrás,  y Camarón, con su mano operada y vendada me la sacó... Graaaaciaaas!!!
Realmente estaba lleno.



Pero teníamos una mesa reservada.
El buffet estaba muy bueno, la carne exquisita, y el parrillero, Francisco, el dueño que es motorista y nos hace descuento por eso.
Ya estábamos en el postre cuando Francisco se sentó en la mesa contigua. Vio mi chaqueta colgada en el respaldo de la silla, y algún comentario hizo acerca de que andábamos en moto. Claro, su señora que lo acompaña en los viajes tiene una chaqueta igual.
Inevitablemente la conversación derivó a los viajes que hemos hecho, que uno no se cansa nunca de recordarlo y contarlo con todo el entusiasmo original.
Nos despedimos y volvimos a Santiago.
Con la guatita llena y el corazón contento.


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