sábado, 23 de marzo de 2013

Crónica que había quedado perdida en el blog y que da cuenta del periplo de nuestros galenos

Mosjøen a  Trondheim  El día de los ríos, y otras yerbas...

Quedarnos en el camping tuvo su recompensa, un amanecer de película, ,
que no se ve en la ciudad,  con una bruma espesa combinada con la
salida del sol, bello, las laderas verdes y el lago brumoso.
Se fue despejando lentamente. Nos levantamos yo, sin pasar por el
baño, porque hacía frío y el baño no quedaba lejos pero tampoco tan
cerca,  Pedro con una manito de gato, pero contentos porque no
llovería.
 A las 8:30 ya estábamos yéndonos del camping a buscar una bomba para
tomar desayuno.

Después del desayuno , nada de malo para ser en una bomba (los
capuccinos de máquina son muy buenos) rumbo a Trondheim, muy luego nos
percatamos del nuevo paisaje que Noruega nos tenía preparado  para
hoy, ríos y más ríos con rápidos, cascadas, bosques muy tupidos de
pinos altos verde más oscuro, a ratos parecido a Bariloche.

Gradualmente fue despejando, y subiendo la temperatura hasta más de 15
grados, casi calor. Varios tramos del camino en reparación , algunos
más señalizados, otros no tanto, pero nada que alcance a entorpecer
realmente.
Ayer en un tramo con obras mas  importantes y más largo, en vez de
banderero había semáforo...

El dia despejado, casi tibio, siempre ayuda a que la jornada sea aun mas grata.
El destino es Trondheim con apuro relativo, sólo llegar antes de las
siete y media más o menos porque no tenemos hotel.

 Antes de 100 km paramos en un centro comercial totalmente peculiar,
una construcción mas o menos grande, con pasto y arbustos en el techo,
y con otra casa  en su interior.
Esa casa es de 1906, conservada original y convertida en café, donde
por supuesto tomamos el cafecito con dulcecitos. Ahí nos quedamos un
buen rato, con el cafecito, mirando la casa, que está decorada, con
muebles antiguos, que es donde uno se sienta a tomar el café. También
hay una tienda con miles, miles de objetos de decoración, los de
navidad daban ganas de traérselos todos. Para la compra compulsiva
andar en moto es lo mejor, simplemente no se compra.

Seguimos nuestro camino super relajados, admirando el paisaje, en este
lindo día de sol. Y así de relajados íbamos cuando sale  un policia al
camino y nos hace parar… Pedro no se dio por aludido y siguió, yo sí,
paro a un costado y me devuelvo por indicación del policía a donde
estaba él, su auto,una Van,  otro policía y uno sentado a la orilla
del camino con un radar para medir velocidad.

Pedro se dio cuenta de que yo había parado, y se devuelve. Era a él al
que habían parado realmente. Ocurre que de la nada la velocidad máxima
era 60 km/hr. Pedro ni siquiera vio la señal, yo la ví, alcancé a
disminuir algo, no mucho, porque además parece que vi a esta gente en
el camino, pero no atiné realmente.
Y ahí estábamos, con parte por velocidad, 81 en zona de 60… todo mal.
El policía muy muy amable le explicó a Pedro casi toda la regulación
del tránsito noruega, mientras le entregaba la boleta con la multa.
Ojitos saca su billetera para pagar pero no funciona así, tiene varios
días para pagar en una post office, cualquiera.
Obviamente que la idea es pagar lo antes posible para no remolcar el
problema mucho rato.
A mi se me pasó por la mente no pagar, total la moto no es de él, no
vamos a volver a Noruega lo más probable, a lo mejor el seguro de las
motos cubre las multas, pero no tenemos los nervios del algún
cualtaquero que seguramente hubiera roto y botado la boleta de la
multa 100 metros más allá. Por lo tanto, hay que encontrar una post
office.

Pagar multas en Noruega es fácil, pero no para extranjeros que pagan
todo con tarjeta de crédito. Hay que ir a una oficina de correo, y
pagar con efectivo (Coronas, no reciben Euros) o Visa, las Mastercard
no sirven; ahí descubrimos de que eso de que “para todo lo demás
existe Mastercard”, hay que corregirlo, “para todo lo demás excepto
los las multas de tránsito en Noruega existe Mastercard"
.
En la primera post office que encontramos, que en realidad es un
escritorio dentro de un supermercado,  la Visa no funcionó entonces la
alternativa era ir a un minibank y sacar plata.
Decidimos probar en otra oficina y entramos al siguiente pueblo. Este
era mas grande, una pequeña ciudad, pero pasó lo mismo, el cabro que
nos atendió trataba de ayudar lo más que podía, pero si la Visa no
funcionaba, sólo quedaba rogar para que se pudiera  sacar efectivo de
un cajero.
Partimos a pata a buscar un minibank, después de caminar varias
cuadras en la dirección contraria, hasta que lo encontramos y Pedro
pudo sacar plata.
Volvimos a pagar pero  faltaban las 75 coronas de impuestos Vuelta al
banco y vuelta a pagar.
Finalmente pudimos seguir camino a Trondheim, el día seguía exquisito.
Admirable que este incidente no le haya echado a perder el ánimo a mi
partner, y las cosas se volvieron a encarrilar rápido. La reflexión al
respecto fue  “esto es un viaje”
La llegada a Trondheim nos pilló totalmente desprevenidos, yo esperaba
un pueblo como todos los demás en que habíamos estado pero esta es una
tremenda ciudad, con entrada de ciudad grande , rotondas, varias
entradas y salidas,  donde es fácil perderse y justo ahí no íbamos con
los  intercomunicadores. Eso estresa un poco, porque si nos perdemos,
costaría harto volver a encontrarnos, sobre todo porque no tenemos
hotel reservado donde llegar.
Había que buscar hotel y paramos en cuanto pudimos después de varias
rotondas y avanzar sin rumbo.
Programamos a la española con hoteles. Elegimos el Best Western típico
de acá, que hay en todas partes,  pero estaba lleno y nos recomendaron
otro a la vuelta de la esquina, el Thon,  super bueno, con eso ya
había terminado otro día de moto alucinante como todos los anteriores.

Conseguimos habitaciones en el hotel Thon, el mismo que tenemos
reservado en Oslo, muy moderno, y a buen precio, para ser Noruega. Y
además tenía una free meal hasta las 20 horas, cosa que por supuesto
aprovechamos. Incluye el desayuno y estacionamiento cerrado para las
motos, ideal!
Después de la free meal y de acomdarnos, nos vamos al bar de la
esquina con  depurada estética irlandesa, pero con público vikingo.
Nos tomamos unas Guinnes, muuuuy buenas, y como ya habíamos comido la
free meal, en este hotel que es está ocupado más que nada por jóvenes,
nos vamos a acostar, con el efecto somnífero de las Guinnes y el
relajo de haber llegado.

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