lunes, 25 de septiembre de 2017

Fiestas Patrias en el Noroeste argentino, día 3 de Calama a Toconao

Nos levantamos un poquito más tarde, sin tanto apuro, ya que solo iríamos hasta Toconao, a 140 Km, por un camino precioso, pasando la Cordillera de la Sal, asi que nos iríamos con toda calma.
Tomamos un desayuno más bien precario, cargamos las motos, y partimos.





Ibamos más ligeros de ropa, en un día soleado y que sería casi caluroso.
Por supuesto que nos dimos mil vueltas antes de salir de Calama, entre el Maps.me y el Waze, que no siempre conversan...





Además pensábamos echar bencina a la salida, y no había bomba a la salida, así que nos devolvimos a una Shell, que estoy casi segura que es la misma que pasamos en el viaje anterior. Lo de la bencina era bien crucial, ya que tenía que alcanzarnos hasta Jama.
Parece que hay que devolverse




Vueeeelta!!






El día estaba fantástico, totalmente despejado, con esa luminosidad del desierto, con el aire seco y transparente y el reflejo de los rayos solares en las planicies que funcionan como espejos. Y junto con eso los cerros de colores que van variando de acuerdo a la luz.
El camino muy bueno, pero con más tráfico que el esperado para un domingo en la mañana. 
Eran camionetas cargadas con todo tipo de insumos que supongo, estarían destinados a los miles de visitantes  que llegaron al paraje turístico-místico con motivo del fin de semana largo.
Más adelante vimos un parque eólico, no demasiado grande, que no recordaba haber visto hace 2 años.
Ahora si!!!!








Ojitos propició la primera parada, para sacar unas fotos. Gasparín que llevaba casi de todo en su equipaje, sacó un trípode profesional para hacer una  foto grupal.






En la misma ruta andaba un grupo de ciclistas, desafiando sus propias capacidades para hacer el camino altiplánico. Claro que iban con camioneta de apoyo.

Poco más allá apareció el Licancabur en todo su esplendor.
Seguimos por un desvío de tierra, donde por supuesto me quedé atrás.
Como iba con neumáticos nuevos, la moto bailaba un poquito más que de costumbre.



Cristián practicando para lo que vendría después



Más adelante volvimos a parar en la Cordillera de la Sal,en un lugar con unas vistas que recordaban las películas de la llegada a Marte.
Camarón por supuesto se había ido por su cuenta, y por su cuenta, paró en el anfiteatro, que nosotros nos saltamos porque había dos buses llenos de turistas.
En esa parada Vampiro se dio cuenta que se había traído la llave del hotel de Calama. Era un medio llavero de madera y no reparó en ello hasta que se metió la mano al bolsillo.
Evaluó varias maneras de devolverla. La que eligió, vía valija de su banco a la oficina de Calama, nos pareció la menos apropiada jajajajajaja.










La llave del hotel de Calama


En  la entrada a  San Pedro, en el desvío al Valle de la Luna nos pararon los pacos... podía ser por el Vampiro que iba rápido, o por Gasparín que adelantó con línea continua.
Pero no, era una campaña de seguridad para ciclistas y motoristas, promovida por Carabineros de Chile y Cerveza Cristal jajajajaja. Y consistía en la entrega de un brazalete luminoso y fosforescente para usar de noche y ser más visible.






San Pedro estaba colapsado. Mucho auto en las calles, mucha gente, no era fácil desplazarse por las calles de tierra.
Estábamos buscando el estacionamiento público. Después de algunas vueltas dimos con el.





 Pero estaba lleno. No es fácil estacionar 7 motos grandes, con el terreno irregular, y poco espacio de maniobra.
Pero mi suerte para encontrar estacionamiento funcionó y donde no había espacio, justo cuando llegamos dos autos se fueron y al menos ya cabían 4 motos.
Además Ojitos cachó que se podía quedar en el estacionamiento reservado a la municipalidad, porque era domingo y la exclusión era solo de lunes a viernes.



Teníamos otro problema... Gasparín, Vampiro y yo andábamos con bolsos amarrados en el el asiento y decidimos dejarlos ahí no más, apostando a que no se los pelarían. Mezcla de apuesta y acto de fe.
Camarón quería irse a Toconao para cambiarse ropa y Volver a San Pedro a almorzar pero nadie lo pescó, así que estuvo un rato alegando hasta que se le pasó. 





Preguntamos a carabineros por el tema de la aduana y nos enteramos de que el paso ahora es integrado en Jama, y que no había que hacer ningún trámite antes.
Estaba todo lleno, pero conseguimos dos mesas enanas en la plaza donde con buena voluntad podíamos acomodarnos.
Una estaba desocupada, para 4 o 5 máximo, y la otra fue una mesa que estaba ocupada por  una turista francesa que no tuvo problemas con compartirla con los cualtaqueros.


El brazalete de regalo

La lata es que estaba al lado de la parrilla y quedamos un poco ahumados.
La comida estaba bien, el servicio leeeeento, y los cantantes disparejos.
El primero un guitarrista de quinta categoría que cantaba temas de Buenavista Social Club ( que para los que no sepan es un grupo de música cubana) un 18 de Septiembre en San Pedro de Atacama... no pegaba ni juntaba!
Después cantó algo más chileno, pero era muy malo. Yo no le di plata.
Pero después vino un grupo de 4 con guitarra, charango, bombo y cajón peruano (que no es idéntico al flamenco) con muy buenas voces que cantaron cosas de Los Jaivas, de Quilapayún, y unas cuecas. De hecho, parecía música envasada, y no! era en vivo.
Eso lo disfruté, los aplaudí, los felicité  y les di 5 lucas.
Después de almuerzo, volvimos a las motos y estaban todos los bolsos!!
Seguimos a Toconao, a 50 Km.
Fue rico salir del gentío y del tierral, y volver al pavimento, para llegar a un pueblo que dormía en la hora de la siesta.
Me llamó mucho la atención que en el Retén había por lo menos 2 autos y 3 camionetas policiales. porqué tanto? Para un pueblo enano? 
Las cabañas estaban a la salida del pueblo. Nos recibieron los dueños muy amables.




 

No eran gran cosa pero estaban bien arregladitas, se notaba esmero en la decoración.

Tenía además un gran comedor donde se hacían fiestas (habia una bola de espejos colgando del techo)
Nos acomodamos cada uno en su cabaña y después nos juntamos en la piscina.
Cristián se bañó, pero estaba muy helada. Nadie lo siguió.
Pero nos quedamos conversando en las reposeras.
Después de eso nos fuimos a tomar un té al comedor. Camarón aprovechó de coser el cierre de su parka.

Más tarde nos sirvieron comida, un bistec con arroz y ensalada. Como de casa.
Pero antes, participamos de una cata de vinos. Tal como se lee.
Lo que pasa es que Toconao era un pueblo que vivía de la minería.
Hasta que la empresa instaló el campamento en otro lugar, lejos del pueblo y cerca de la faena.
Y tuvieron que reinventrse, haciendo un giro a la agricultura.
Todos allá son propietarios de paños de algunas hectáreas, que se reconvirtieron en cultivos de naranjas, kiwis, mangos, y ahora viñas.
Uno de los hijos de esa familia, entró a AgronomÍa. Y como lo que a Él le gusta es la Enología, dejó la carrera, entro a Técnico Viticultor, y después hará Enología. Y mientras se encarga, junto a un enólogo, de cultivar las parras y producir los vinos. Y esa fue la degustación, probamos un Sauvignon Blanc, creo, un ensamblaje y otro tinto que no recuerdo.
Soquimich los apoya con los corchos y la etiquetas.
 No eran ni buenos ni malos, pero daba gusto ver la pasión que este cabro le pone a su quehacer.



Pagamos y nos fuimos a acostar. Pedimos el desayuno a las 7 AM para partir temprano al paso Jama y hacer uno de los trayectos largos del viaje, cubriendo 640 Km, con paso fronterizo a 4800msn.




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