Este año el feriado era particularmente auspicioso, (lunes, martes y miércoles feriados) pero no teníamos nada planificado.
Hasta que un día cualquiera, en el grupo de whtasapp TOTO, Migué, desde Colombia cuenta que se compró una moto, la BMW R1150R, la misma que yo tenía antes, y que está feliz.
Después de felicitarlo, y en vista de la noticia, propongo ir a Colombia a motear con Migué, sin pensar realmente que se concretaría. Acto seguido, Migué engancha al toque, y dice que el se encarga de la ruta, y Camarón, Vampiro, y Ojitos se suman. Luego lo hacen Popeye y Cristián y también Rana.
Muy luego la ruta está decidida, para el norte, la zona de La Guajira, hasta Cabo de la Vela, y el parque Tayrona en Santa Marta.
Pero ahí como que nos relajamos, pasó un tiempo, y por fin nos juntamos a ver pasajes y hoteles.
Lo bueno fue que justo a Migué lo mandaron a Chile por trabajo, entonces pudo participar de las reuniones de planificación.
Vampiro logró, como siempre, meter todo el viaje en una planilla Excel.
Desde Colombia, Olga se integró y se encargó de gestionar el hotel y un velero en Santa Marta.
Así que, por segunda vez Cualtaco estaría en Colombia, y por segunda vez por Migué, ya que la primera fue cuando fuimos en patota a su matrimonio con Olga.
Y llegó el día. Jueves 13 en la noche a embarcarnos en un vuelo con 2 escalas para llegar en la mañana del viernes a Bogotá.
El Rana se había ido el día antes, y nos esperaba allá. Popeye que viene de Chiloé, llegaría horas después.
En el aeropuerto no todos facturamos equipaje, y nos anduvimos descoordinando. Mientras yo buscaba a mis compañeros de viaje sin encontrarlos y sin que contestaran los whatsapp que les mandaba preguntando dónde estaban, ellos figuraban felices en algún salón vip, ajenos a mi miseria.
Como me habían dejado botada, me fui a un café a comer algo hasta que fuera hora de embarcar. Estaba en eso cuando empezaron a llegar los whatsapp diciendo donde estaban. Yo creo que porque amenacé con que se sabría... jajajajaja.
Tengo que confesar que fue muy agradable reunirme con Ojitos y Cristián en el salon vip Pacífico, que estaba menos lleno, y tomarme un whisky, cosa que no había hecho en largo tiempo.
Los demás se fueron a otro vip, hasta que nos reunimos en la sala de embarque.
Como eran puros aviones chicos hasta llegar a Bogotá, no nos correspondía manga en la puerta de embarque, sino que nos llevaban en micro hasta el avión.
La Marcella perdió su carnet y no lo podía encontrar para poder embarcarse. Porca miseria! Si no lo hallaba tendría que quedarse. Desde la micro la veíamos como buscaba en la cartera, en los bolsillos, sin éxito y con desesperación creciente. Finalmente lo encontró en un bolsillo de la chaqueta. Camarón se atribuyó el mérito de haberle dicho que buscara ahí.
Yo creo que como pasa en estas situaciones había buscado en ese bolsillo pero por algún incomprensible motivo, no lo había encontrado.
Cuando la emergencia había pasado, algunos insinuaron que a la Marcella el Aperol se le había ido a la cabeza jajajajaja.
Todos nos aliviamos cuando ya estaban los dos en la micro.
El primer tramo era hasta Santa Cruz, Bolivia. El avión era viejo pero con wifi "para conectarse al centro de entretenimiento a bordo" Bien flaite lo encontré. Tener que ver algo en tu propio teléfono en lugar de una pantalla en el asiento.
Además era bien ruidoso, lo que combinado con alguna turbulencia, hacía imposible dormir.
Yo pensaba que por la hora que llegábamos a Santa Cruz, las 3:30 AM estaría todo cerrado, pero no. Nos instalamos en un café a tomar algo, y a hablar puras leseras, siendo el tema central el asunto de la inmigración y las diferencias raciales. Según Camarón el futuro del fútbol se veía negro... yo comenté que Violeta Parra y su "Casamiento de negros" había sido una visionaria.
Nos reímos mucho cuando Cristián dijo que el avión iba a zarpar... jajajajaja seguro se confundió con lo de la puerta de embarque.
El vuelo hasta la segunda escala, en Lima, estuvo mejor y me lo dormí casi entero. Después nos contaron que había habido una tormenta eléctrica cuática, con los rayos pasando por el lado del avión. Yo ni supe.
En Lima fuimos a tomar desayuno con Ojitos y los Vampis. Yo me tenté, y aunque fueran las 7 de la mañana me tomé el único pisco sour peruano que he tomado en Lima. Valía la pena, estaba delicioso! Los otros tomaron café, jugos y tortas.
El último tramo hasta Bogotá, también en un avión enano, estuvo bueno, y aunque pude dormir, el cansancio se hacía sentir.
Llegamos a El Dorado remodelado, mucho mejor de lo que yo recordaba.
Migué y Olga estaban esperándonos, hospitalarios como son ellos. Nos tenían taxis reservados para ir al hotel.
Ahí descubrimos la pesadilla que es el tráfico en Bogotá. Y que a pesar de las medidas de restricción vehicular, la congestión es muy alta. Tiene implementado el sistema Pico y Placa que consiste en la restricción para circular del 50% de los autos entre las 6 y las 8:30 y en la tarde, entre las 15 y las 19:30.
Las calles son muy anchas, con muchas salidas en el trayecto. Nos fuimos por una que podía ser una autopista, de 4 pistas, pero puro taco (trancón le dicen allá) todo el rato. Además manejan todos muy cerca unos de otros y se cruzan teniendo o no espacio para ello. Se me quitaron todas las ganas de manejar moto en ese caos, más aún sin conocer las calles ni la ciudad.
Llegamos al hotel. Super bueno! El Rana ya estaba allá para recibirnos. las habitaciones muy espaciosas y agradables. A mi me tocó una con terraza como para hacer un asado jajajaja.
Después que dejamos las cosas, fuimos a almorzar sin cambiarnos porque ya era medio tarde.
Nos fuimos caminando, el día estaba muy agradable.
Para volver al hotel tuvimos que comprar paraguas porque con ese aguacero, era imposible conseguir un taxi.
Más tarde, ya no llovía, y para ir adelantando el trámite de recoger las motos nos fuimos en taxi hasta Elephant, la empresa con la que las arrendamos. Solo Ojitos la arrendó en otro sitio.
Pudimos completar el trámite y solo faltaba Popeye, que llegaba más tarde.
Nos volvimos al hotel cada uno en su moto, detrás de Migué que después de acompañar a Ojitos a buscar la suya, nos fue a buscar.
Estuvo bueno eso, para familiarizarse con la moto y las calles, el día antes de partir. Me di cuenta que el manillar de mi moto, una F800, era muy grande y no me daba la mano para manejar bien el embrague, que además estaba muy duro, así que cuando llegamos al hotel Camarón lo dejó un poco más blando, pero nada se podía hacer para acercar la palanca del embrague al puño del manillar, así que habría que aperrar no más con la dificultad.
Yo me fui a acostar después de eso, estaba cansada, y quería dormir lo suficiente para el día siguiente.
Algunos se fueron a tomar una cerveza.
Y bueno, ya estábamos a pocas horas de para descubrir lo que nos depararía el periplo por Colombia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario