martes, 25 de septiembre de 2018

Fiestas Patrias 2018 en Colombia, día 5, de Cabo de la Vela a Santa Marta

Amanecimos el 18 de Septiembre en la posada Pujuru, en Cabo de la Vela, tierra lejana que sigue siendo desconocida a pesar de haber estado ahí.
La biología circadiana funcionó y despertamos con el amanecer, que por allá es muy temprano. De hecho, nos encontramos en la playa antes de lo acordado, para el baño antes del desayuno.
Como a las 6:30 entraron al agua los primeros bañistas.


Amaneciendo en Cabo de la Vela



 El agua estaba deliciosa, no daban ganas de salirse, y estuvimos mucho rato conversando y chapoteando. 
Las llaves de las habitaciones venían en una especie de collar como con un corcho. A mi no me cabía el collar para colgármela al cuello y se me ocurrió comentar que no me cabía el corcho... sin comentarios jajajaja, lo dejo a la imaginación de cada uno la cantidad de leseras que tuve que escuchar.
Después del baño fuimos a tomar desayuno, parecido a la comida del día anterior. Así com deliberadamente "sano" o "natural".





Luego nos levantamos para volver a Riohacha, donde teníamos el equipaje y las motos para seguir a Santa Marta.
Yo reparé en el nombre de mi habitación... Ana estaba bien, lo otro no jajajajaja pero después me enteré de a qué hacia referencia, y es un apellido de un linaje de esta cultura matriarcal.

El linaje, una categoría de análisis antropológico, abarca a los parientes maternos en una extensión hasta de 10 generaciones. Los miembros de un linaje se consideran ligados indisolublemente a través de la línea materna. Los hermanos, hermanas, primos, primas, sobrinos, sobrinas, tías, tíos, madre, abuela, bisabuela y otros, forman un determinado linaje  que es la unidad fundamental  y para los guajiros los miembros de una gran familia. 
El padre de una familia, forma otro linaje  con sus parientes maternos y así sucesivamente.
Por supuesto que la ducha era un chorro de agua fría que no se sentía fría. Considerando además que es agua que les llevan en camiones.
Nos juntamos en la "recepción", pagamos y nos preparamos para emprender el regreso. Ya eran como las 9.



Como cada vez que toca el 18 en algún viaje, (y que desde 2013 ha sido la tónica, y la mayoría fuera de Chile), yo me puse mi polera de bandera chilena, que llevo especialmente para la ocasión.

Me dio mucha lata ver a la vieja que vendía los bolsos (que por supuesto debe ser más joven que yo) muy instalada a la salida del hostal, después que me había dicho que no iba a estar.
Popeye estaba más conforme, descansado y eligió volver en moto. Pero que conste que le ofrecieron que se fuera en auto y otro se iba en la moto.
Antes de partir Luis le echó la bencina de contrabando a la camioneta.

Antes de despedirnos de este rincón perdido del planeta sacamos una foto de todos. Y estuvimos todos!
Y volvimos por donde habíamos llegado. Pero esta vez mirando con más detención y con menos sorpresa.
Yo al menos logré darme cuenta de cuando pasamos del desierto a la selva seca. Y ver las chozas desperdigadas donde viven los wayuus.





Seguimos cruzando la zona desértica, que por ratos pareciera no tener fin.

En ese peladero aparecieron dos niños en una bicicleta... qué hacían ahí? de dónde venían? 
Nunca lo sabré, supongo que llegan atraídos por las camionetas, que se supone transportan turistas.

Sacamos una foto grupal justo antes de salir del desierto. Adivinen quien faltó...
Volvimos a pasar por varios "peajes", a cargo de niños muy chicos, que están en tremendo riesgo de sufrir aún más maltrato y estrés del que ya deben soportar, teniendo que enfrentar adultos en sus camionetas gigantes. 
Lo encuentro horrible, devastador. Y nadie hace ni hará nada. 
La poca ayuda que podría llegarles se pierde en las coimas y la corrupción del "aparato estatal", y seguirán en la miseria, el analfabetismo, la falta de servicios sanitarios y sus costumbres primitivas.
Esta vez se hizo mucho más corto el tramo "Dakar", hasta el desvío al camino principal, donde está el letrero.



Paramos para sacar fotos. Es que no podíamos no tener las fotos testimoniales del principal objetivo del viaje.

MIGUÉ
MARCELLA Y RANA
CRISTIAN
RANA
VAMPIS

PINPON
Varios tramos desde este punto hasta Riohacha nos fuimos separados. Se podía ir por el camino normal, de pavimento en regular estado o tierra, pero también por uno de tierra pegado a la línea férrea. Luis que ya venía con el espíritu off road, prefirió este último. A ratos parecía una montaña rusa, con subidas y bajadas pronunciadas, y partes donde no se ve por donde sigue la ruta.







Y también, cada tanto volvía al camino normal. En una de esas, vimos una moto tirando a otra con un cordel... en el camino de tierra... maestros!
Como a las 10:30 paramos en un poblado que no sabría decir si ya pertenece a Riohacha o no. Migué y Popeye quisieron parar a tomar algo.




Seguimos camino y un poco más allá volvimos a entrara a la pobla donde venden las pimpinas de bencina del mercado negro.





Qué cosa más terrible es ver lo mal que puede llegar a vivir la gente, y sentir la impotencia de lo poco que se puede hacer, especialmente pensando en los niños, que tienen su vida marcada, solo por nacer donde nacen... es muy muy injusto. También me hizo pensar que seguramente en Chile habrá realidades parecidas, pero que uno ni se entera.





Salimos del lugar después de haber conseguido el combustible, con Cristián de colado porque su camioneta lo dejó botado jajajajaja. Un poco más allá a la salida de la pobla, lo devolvimos y seguimos a Riohacha. 
Casi no nos vimos con el resto de la caravana, ya que Luis prefirió un atajo supongo, pasando por unas poblaciones, como campamentos en realidad, tan precarias como lo que veníamos viendo todo el camino.






En el camino vi esta camioneta que advierte a la gente que tenga cuidado porque van niños y pueden bajarse. Cuidado: suben y bajan niños dice la leyenda.
Y pensar que aquí sacan partes si los enanos no van en la silla que les corresponde por edad.
Hasta que llegamos a lo que parecía el acceso a la ciudad. Claro, comparado con lo anterior, Riohacha es una gran metrópoli, donde está, parece, un poco más integrado el mundo "civilizado" y la cultura Wayuu, y el ambivalente  conflicto con la corrupción. 


Paramos en una especie de mirador con la estructura turística por excelencia...  I💗Riohacha.
Al poco rato llegó la otra camioneta y sacamos unas fotos, pocas para mi gusto, porque no salimos todos.


Pasamos por la calle principal, la costanera y en el trayecto pudimos ver varias estatuas y monumentos que honran los personajes y actividades importantes de la ciudad. 



No deja de impactar el simbolismo de las mismas, cuando uno se entera del significado.

Esta estatua representa a los "embarradores", hombres que el domingo de Carnaval se embarran en el fango de la laguna salada y salen de madrugada a asustar a los rumberos.

 Esta se llama Identidad, y está hecha de concreto, fierro y bronce. Representa una ola de mar, en alusión a la importancia del mar en el desarrollo y avance de la región. En ella se cobijan figuras importantes de la cultura como la matriarca wayuu, negros, y personajes ilustres.


Esta se llama El Palabrero, personaje de gran importancia en esta cultura. Es el hombre negociador y gestor de la paz que con su warart, que es el bastón que representa la sabiduría, autonomía y poder de la palabra, resuelve los problemas entre los clanes o linajes.
Los palabreros en acción


Llegamos al hotel con cierto apuro, ya que todavía teníamos que partir y llegar a Santa Marta.Nos organizamos por grupos para cambiarnos ropa, tomar el equipaje y cargar las motos para partir.







Como a las 12:30 ya estábamos en camino.

La salida fue más expedita que la llegada en la mañana del día anterior.avanzamos por un camino más bien despejado, sin taco, sin tanto camión, excepto cuando pasábamos por algún pueblo, sus lomos de toro, su congestión, vendedores ambulantes y bullicio.













El tambor wayuu
Al poco rato ya estábamos nuevamente en el paisaje tropical y frondoso. Bello.




 las 13:30 entramos a un típico parador, muy parecido a los que estuvimos antes, para tomar algo, y almorzar. Camarón prefirió seguir (era que no) y llegar luego a Santa Marta.
Nos acomodamos, pedimos los almuerzos (lo típico) y descansamos un rato.
Después de habernos hidratado y alimentado seguimos rumbo a Santa Marta, que ya no estaba tan lejos y el camino era bueno.







Poco antes de llegar paramos a echar bencina, y habías unas chicas vendiendo café. Varios les compraron, incluído Migué. 
En un momento dos de ellas se secreteaban, y una le decía a la otra: "pero dile!!" Y así la aludida le dice a Migué que es lindo. Muy bien!! una inyección de autoestima.
Aparte el café estaba muy rico.





Ya estábamos bien cerca de llegar a Santa Marta y su reconocido Parque Nacional Tayrona, con 15.000 hectáreas terrestres y 4.500 hectáreas marinas, que albergan una rica  flora y fauna. Aquí se sitúa la montaña costera más alta del mundo con 900 mt. y ruinas arqueológicas precolombinas de la cultura Tayrona.
En Santa Marta nos íbamos a reunir con Olga, quien volaría desde Bogotá para pasar con nosotros casi dos días. 
El hotel que teníamos reservado era el mejor del trip, y además teníamos un crucero de un día para recorrer las playas del parque, cómodamente, cerveza en mano, y así ahorrarnos el trekking jajajajaja.
Retomamos nuestro camino, con el día caluroso y húmedo, como casi todos los días, no más, excepto Bogotá, que por algo le dicen la nevera (allá la temperatura difícilmente sube de 25º, o baja de 18º).
El camino precioso, especialmente la parte que va en altura, al lado del mar.











Llegamos al desvío para ir a la zona donde estaba nuestro hotel, el Tamacá.
Camarón que se había ido solo, no cachó esa movida y entró a la ciudad por el otro extremo, por lo que tuvo que cruzarla entera para llegar al hotel.
Pero igual nos estaba esperando en traje de baño.
Algunos se alojaron en el edificio al lado de la playa. 

Yo, con Ojitos y Migué, nos quedamos en la torre al otro lado de la calle y contigua a un centro comercial.Pero las motos quedaron estacionadas juntas.

 






Pero toda la actividad la haríamos en el hotel de la playa, con la piscina que era enorme y exquisita, con jacuzzis, y el bar con la promoción dos por uno.
Nos estacionamos, nos registramos y nos reunimos en la piscina a disfrutar del happy hour con los mojitos, las piñas coladas y los Tom Collins a destajo. Años que no tomaba tanto jajajaja. Por parte baja fueron 3 tragos nada de chicos, al hilo. Con Ojitos nos organizamos para usar en conjunto el dos por uno de cada uno.











Más tarde nos arreglamos un poco para ir a comer fuera, a un restorán precioso, en una terraza, con una vista nocturna de Santa Marta increíble.
Camarón y la Marcella prefirieron no ir... estarían muy cufifos?
La comida estuvo buenísima!



Qué contraste! en la mañana en Cabo de la Vela en medio del desierto de la Guajira, y en la tarde en hotel a todo trapo, en medio de un parque nacional, con selva tropical.
Nos volvimos a los hoteles bien tarde y bien contentos pensando en lo fantástico del día que estaba terminando, y el panorama del crucero al otro día.






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