martes, 25 de septiembre de 2018

Fiestas Patrias 2018 en Colombia, día 6, Santa Marta y el Parque Tayrona en velero.

La mañana fue un poco desordenada, porque nos levantamos a horas distintas, aparte que no estábamos todos en el mismo hotel.
Yo tomé desayuno en la terraza, y más tarde me encontré con Ojitos.

Después me fui al otro hotel, donde estaban desayunando, en compañía de los pájaros que roban comida de las mesas. Se llaman María Luisa el más claro y María Mulata el negro, sólo se distinguen por el color del plumaje. Llegan cuando va a empezar el desayuno y se van cuando termina. Especie totalmente adaptada.



Luego nos juntamos todos en el lobby. El plan para el día era ir en velero a navegar por las costas del Parque Tayrona.
Camarón se desistió de participar porque se marea en los botes, mal,  y se achicharra con el sol. Osea, no podía ser peor panorama.
Y no tenía ni el más mínimo problema en quedarse solo en el hotel descansando.
La Marcella estaba media dudosa, pero la convencimos de que fuera, porque ella sí que lo disfrutaría a concho.



Entretanto, una delegación había ido al supermercado a comprar picoteo, cerveza y ron para la travesía. Y eso que la tarifa incluía almuerzo, agua y dos cervezas por persona.
Yo aproveché de ir al menos a mirar la playa, ya que no habría tiempo de disfrutarla.




Teníamos que irnos en van o camioneta hasta la Marina Santa Marta, distante unos 20 minutos del hotel.
Eramos nosotros 10, pero se nos agregó una pareja mayor, muy muy sui generis.
De partida nos retrasaron la salida porque él tenía "problemas de movilidad" y no podía subir a una camioneta, por lo que tuvieron que reorganizar el transporte y traer una van.
Efectivamente, le costó mucho subir a la van  y necesitó mucha ayuda. Ella en cambio, con traje de baño, salida de playa y sombrero dispuesta a disfrutar del paseo.
Todo el camino él se fue contando sus anécdotas de cuando vivían en Estados Unidos, y no me acuerdo muy bien, pero parece que era empresario y algo tenía como con algún organismo internacional. 
Lo encontré tan latero y autorreferente que mayor atención no le puse.
Más bien me dediqué a mirar la ciudad desde lo alto, ya que para llegar al plano nos fuimos por una bajada parecida a la de Santa Teresa, desde La Dehesa a Vitacura.
Ojitos que es un caballero le sostuvo la conversación unilateral.





Luego cruzamos algo que parecía ser el centro, o al menos una zona comercial importante,  o distrito financiero, con avenidas más grandes.


Seguimos hasta la Marina donde nos esperaba la embarcación.
La marina es bastante grande, con yates nada despreciables, que inevitablemente despiertan las suspicacias acerca del origen de esas fortunas.
La Marcella, que es de familia navegante podrá tener una opinión más informada acerca de las características de las dársenas y de las embarcaciones fondeadas ahí.



El grupo con las compras




 El capitán nos indicó dónde estaba el velero, Sonata Mas, y llevó el almuerzo en un carro especialmente pensado para tales fines.

Como no llegamos juntos nos perdimos. Los que iban en la van partieron para el otro lado y estuvieron un rato esperándonos...  jajajaja.

Nosotros, parejita incluída, ya estábamos en el velero, y habíamos conocido al capitán y su tripulante.



Y también a una chica, colombiana que nunca entendimos bien su función. Ella tomaba sol, miraba al horizonte, creo que algo ayudó con el almuerzo y sería.
Atrás la Carolina

Finalmente llegaron, embarcaron, y pudimos zarpar (palabra preferida de Cristián, que hasta la usa con los aviones, en vez de despegar).


Al pasajero de la movilidad reducida, su amante esposa lo depositó en una especie de comedor como en el subterráneo del bote, y ella se instaló feliz de la vida en cubierta. 
La veterana con la Gopro

Aquí ella agarró micrófono y no lo soltó más hablando de los múltiples viajes que han hecho por el mundo y de toda la tecnología que ella usa. Le habla a su teléfono, que le hace caso, igual que el marido depositado en el subterráneo, y también anda con una Gopro fijada a una muñequera, a la que le da instrucciones. (comandos de voz es el nombre técnico).
Más encima, las mujeres  estamos convencidas que se quitaba la edad mucho!

El día estaba muy agradable, no tan caluroso y con unas pocas nubes.
Partimos supongo que con motor, y al poco andar vino la maniobra de desplegar las velas. Muy choro!! 




Popeye estaba en su salsa, y se ofreció como tripulante, colaborando con varias tareas que parecía entender de qué se trataba, como cuando tiraron el ancla para parar a bucear y almorzar.
Nos enteramos que el capitán era norteamericano y el tripulante inglés. Y que el barco contaba ya con 40 años y había llegado desde Malasia o Taiwan... por ahí, no me acuerdo bien, donde había sido construído.
La navegación a vela es bacán! pareja y silenciosa, y muy técnica.



Popeye, con toda su buena disposición se ganó el derecho a llevar el timón un rato. Debo decir que el cambio de mano se notó y el barco se balanceaba de lado a lado con mucha más inclinación jajajaja.


Pronto aparecieron las cervezas, y lo mejor fue cuando la amante esposa del marido con movilidad reducida, olvidado a esa altura en el subterráneo, le dice al Rana que le lleve una cerveza a su marido y que le diga que lo ama... nadie puede ser tan barsa!! jajajajaja. El Rana la odió, jajajajaja, pero le llevó la cerveza.
Fuimos mirando el paisaje tropical de la costa, alucinante, y las playas y roqueríos muy lindos. El color del mar, azul intenso.







Qué agrado ir en el velero! La alternativa eran 5 horas de trekking por caminos medios malos a ratos, con calor, más una hora de instrucción al comienzo de cómo hacer el recorrido... yo paso, gracias.
Cuando llegamos al sitio donde pararíamos echaron el ancla con la ayuda de Popeye.
Nos quedamos al frente de una playa bastante concurrida.




En cuanto paramos, nos tiramos al agua desde la borda. Cada uno con su estilo.
Cristián, estilo Cristián


Migué estilo impecable

Marcella por la escalera, toda una dama
La mujer de la tecnología y la palabra inagotable, por supuesto que traía su máscara y su snorkel.
El Rana rápidamente se dio cuenta que la veterana, como le puso, no iba a poder subir sola por la escalera de cuerda para volver al bote y que habría que hacer toda una maniobra para subirla a cubierta.
Disfrutamos a concho el buceo!! el agua estaba deliciosa y muy transparente.


Con mi modesta gopro, sin comandos de voz, sacamos fotos grupales.
Además se ve difícil decir debajo del agua "gopro toma foto" jajajajaja.
La colombiana se había tirado al agua y cooperó con las fotos.



Después del baño volvimos a bordo para almorzar. 
Había que subir por la escalera de cuerdas, lo que requería un poco de fuerza en los brazos para alzarse uno mismo.
Se cumplió el pronóstico del Rana en cuanto a subir a la veterana, que se dio cuenta de que no podía subir sola y pidió/exigió ayuda. 
Parece que está acostumbrada a que alguien le resuelva sus necesidades.
Luego de haber subido y enrollado la escalera en cubierta, nos acomodamos bajo el toldo para almorzar.

El almuerzo estuvo muy bueno! un ceviche exquisito, y patacones.


Navegamos de vuelta, y le tocó su turno al Vampi de tomar el timón... también se dio cuenta que tiene su técnica y no es tan papa.




El paisaje con luz de tarde me pareció aún más bonito.
Se vinieron tomando ron todo el rato y no llegaron curaos. No se como lo habrán hecho.
La mejor parte fue cuando, en una maniobra el cabro más joven, el inglés, que estaba por fuera de la baranda, se le cayó una chala al mar. El capitán le preguntó si había que recogerla... el le dijo que le gustaría, porque eran nuevas, las había comprado el día antes...
Las chalas nuevas

Así que manos a la obra, el capitán maniobró, se dio como tres veces vueltas en círculos para acercarse a la chala, que cada tanto se dejaba ver flotando en el lomo de una ola. No lo podía creer! Mucha destreza! 
Hasta que se acercó lo suficiente para engancharla con un palo con un gancho, pero falló y fue quedando atrás.
Después de repetir esto 3 veces, finalmente la pudo enganchar con el palo y recuperarla. Todos aplaudimos felices jajajajaja.
Llegamos al muelle al atardecer, con la puesta de sol. A lo lejos se veía la Santa Marta


Sacamos mil fotos todas lindas.

Por supuesto que las fotos testimoniales en el timón.





Y una foto grupal.

Caminamos por el muelle, y el Rana llevó a Cristián en el mismo carro para llevar comida o equipaje a los botes, que había usado el capitán en la mañana. Lo llevaba sentado, gritando "a los güenos sánguches de potito!"

Fue un gran día! super distinto y entretenido.
Volvimos al hotel en las camionetas, Camarón nos esperaba para escuchar el resumen del paseo.
Nos quedamos un rato en la piscina para aprovechar el 2x1 del bar.


Después me fui al sobre, para poder levantarme temprano ya que el pique al otro día, hasta Aguachica no era nada despreciable.
Los demás parece que se quedaron tomando unas cervezas.



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