lunes, 25 de marzo de 2019

Cualtaco en USA en la Ruta 66. Día 5 De Las Vegas a Williams

Porqué Williams?
Un pueblo desconocido de 3000 habitantes?
Porque queda a 80 Km del Parque Nacional Cañón del Colorado por un camino casi recto, muy bueno, que toma 1 hora en cubrirlo.
Y tiene una oferta hotelera desproporcionada al tamaño y la población, Best Western, Ramada, Holiday Inn, Howard Johnson,Days Inn Wyndham, solo por nombrar algunos.
Claro que no era solo ir a Williams. En el camino pasaríamos a visitar la represa Hoover (Hooover Dam).
El plan era salir a las 8.
Para tales efectos nos levantamos a las 6:30 y yo fui a comprar los desayunos al Starbucks.
A las 8 ya estábamos saliendo. Todos estuvieron puntuales.
Pasamos a echar bencina a la misma bomba del día anterior, en Las Vegas Blvd.
Me dio un poco de nostalgia saber que estábamos recorriendo la famosísima avenida por última vez.
Seguimos hasta donde está el letrero de Welcome to Las Vegas a sacarnos la foto más que obligatoria.
Llegamos cuando prácticamente no había cola. Una o dos personas antes que nosotros.
El fotógrafo super amable y colaborador. Sacó las fotos de todo el grupo y de cada subgrupo con todas las cámaras y celulares que le pasaron.



Cuando nos íbamos yendo ya había por lo menos 20 personas en la cola y varios autos estacionados. Dicen que la cola para la foto puede ser hasta de 2 horas.
A las 9 ya íbamos camino a la represa.
 Está situada 48 km al sureste de Las Vegas, en el límite entre Nevada y Arizona.
Inicialmente se llamó presa de Boulder, que es el pueblo más cercano,  pero finalmente recibió el nombre de Presa Hoover, en honor de Herbert Hoover, que jugó un papel fundamental en su construcción, primero como Secretario de Comercio y después como presidente de Estados Unidos
Se construyó durante la época de la Gran Depresión, entre 1931 y 1936, completándose dos años antes de lo previsto.
Antes de la construcción de la presa, la cuenca de Río del Colorado se desbordaba cuando se derretía la nieve de las Rocky Mountains
Estas inundaciones ponían en peligro a las comunidades agrícolas río abajo. Además de la esencial prevención de inundaciones, una presa haría posible el regadío y la extensión de la agricultura de  en la zona seca. 
Esto también proporcionaría un suministro constante de agua para Los Angeles y otras comunidades de California del Sur.
Yo pensaba lo afortunada de haber estado no hace tanto, poco más de un año, en Itaipú, la mega represa binacional brasilera-paraguaya que embalsa las aguas del Paraná, en el viaje en moto a Foz de Iguazú , y ahora en esta otra.
El camino desde Las Vegas, al menos a esa hora,  fue muy expedito.

Desde lejos se ve el lago Mead, formado por la represa. Después de un par de vueltas medios perdidos en Boulder City, dimos con el camino correcto, y enfilamos hacia la megaestructura que cambió para siempre a toda la zona.




En el camino muchas torres de alta tensión flanquean la ruta, como un ejército de soldados formados para rendir honores.

Llegamos como a las 10, casi sin tener que hacer cola para entrar.
En el acceso, por ser límite estatal, unos pacos con uniforme beige y sombrero como de cowboy preguntaban si llevábamos armas...😳
Yo como que me reí y le dije Noooo.

Nos fuimos a uno de los estacionamientos en la parte más alta, con una vista espectacular. No había demasiada gente.



Nos bajamos a sacar las fotos y nos anduvimos descoordinando.Vampiro y la Anto empezaron a caminar hacia abajo con Ojitos, y como Vampiro conocía, con las chicas lo seguimos.

Lo mismo hizo la Marcella. Camarón, obvio que no y los Vetus tampoco, pero porque pensaron que íbamos al baño y volvíamos.
Estuvimos hora y media recorriendo las distintas partes del complejo hidroeléctrico.




Igual que en Punta Arenas, donde la leyenda dice que, si tocas el pie de la estatua de un patagón en el centro de la plaza, te aseguras de volver algún día, aquí, en la represa hay que tocar el pie de alguna de las dos  mega estatuas aladas en el conjunto alusivo a la grandeza de la represa.
Las chicas se fueron al chancho, y en vez de tocarla, pensaron en pasarle la lengua jajajajaja Tantas ganas tenían de volver alguna vez!!
Lo pensaron... pero no lo hicieron.
La Chika, que es ingeniera y se ha dedicado a los temas de energía eléctrica renovable, nos aportaba algunos comentarios más técnicos.
Le llamó mucho la atención unas torres inclinadas en la ladera de la quebrada.
Fue un muy buen recorrido que terminó en la cafetería para comprar agua y los stickers de la Ruta 66 que no habíamos encontrado antes. 
En eso estábamos cuando nos dimos cuenta que la Mary tenía las llaves del auto. Osea, los que se habían quedado se habían quedado a todo sol...

Las chicas partieron altiro de vuelta con las llaves y los demás un poco después.
Ibamos volviendo cuando vemos pasar a la Chika en auto, que venía a buscarnos para apurar el trámite. Nos alcanzamos a subir al auto solo as mujeres porque una gringa pesada y autoritaria con un altoparlante, nos advertían que ahí no se podía parar.
Después hizo otro viaje a buscar a Ojitos y Vampiro.
Camarón había bajado dos veces a buscarnos. Y estaba bien choreado.
Yo me sentía bien culpable, pero en verdad había sido un malentendido.
Seguimos por el mismo camino hacia la Ruta 66 y Williams.
Por donde queríamos seguir estaba cerrado, así que tuvimos que volver por donde habíamos venido.
Y pudimos ver la cola para ir a la represa, que a esa hora era kilométrica. Yo calculo unos 4 o 5 Km de taco casi parado.
Nos fuimos por una autopista con 65 mph de máxima, nada mal, sin reparaciones ni tacos.


Ese tramo es adentrarse en una parte poco conocida de Estados Unidos, me dio la idea que más pobre. Se ven hartas casas deterioradas, con cachureos incluídos autos oxidados tirados en el patio, que en realidad es un tierral.
También casas rodantes como viviendas permanentes. Es esa parte nada glamorosa de este gran país. Donde vive "el votante de Trump" según dicen.
De hecho, el republicano ganó en Arizona en la elección presidencial.
Aquí se empezaban a ver camionetas gigantes, con acoplados más gigantes aún, llevando todo tipo de cosas, hasta containers.
Bueno, las camionetas parecen camiones y los camiones parecen trenes. Son camiones más o menos nuevos, con la carrocería muy baja, muy cerca del suelo, más bien silenciosos, que van a alta velocidad con los acoplados igual de gigantes.
Me gustan mucho los camiones, especialmente estos, enormes, de líneas aerodinámicas, con el chofer chiquitito por allá arriba.
Me acordé de una película de 1978, la peor de Sam Peckinpah en opinión de algunos, pero que me encantó y disfruté que se llamaba Convoy, con Kris Kristofferson en una historia de camioneros
Vimos pasar mansiones rodantes que deben tener por lo menos escritorio y biblioteca y baño con jacuzzi por el tamaño. Motorhomes igual de enormes. Muchas. No es que se vea una de vez en cuando. Son muchas. Claro que las calles son anchas y no hay taco. De hecho, se estacionan en los parking de las bombas de bencina y no se notan tanto. Está todo en una  escala correcta.
Como a las 13:30   llegamos a Kingman donde paramos a echar bencina y comer algo. Camarón no quiso recargar.✋
Y había Wendy´s!!!! qué suerte!!
Una de las calles principales de Kingman se llama Beale St. Asi que la Vety se sacó una foto con el letrero que honra su apellido.

Comimos las mejores hamburguesas del planeta, nos perdonaron la espera en la Hoover Dam y seguimos camino.



Nos sacamos fotos en el arco con el nombre de la ciudad que anuncia la entrada a la Ruta 66. Ese es un muy buen recuerdo.

Ya en la Route 66, nos dirigimos a Seligman, a unos 140 Km. 

El paisaje cada vez más parecido a lo que habíamos visto en los videos del Gran Cañón.

Bastante seco, con vegetación baja y amarilla, más bien escasa terminando el invierno.


Y a medida que avanzábamos hacia el este, empezaban a aparecer, lejos, las montañas, y de vez en cuando esas mesetas planas como las del Grand Canyon National Park, que visitaríamos al día siguiente.








El camino es bastante recto, y paralela a el, corre una vía férrea por donde vimos transitar un tren larguísimo, de esos que tiene locomotora en los dos extremos. Tan largo era, que al ir por el camino no se sabía si iba andando o estaba detenido, confirmando empíricamente ese fenómeno tan contraintuitivo que cuando dos cuerpos se mueven en la misma dirección y a la misma velocidad, siendo recíprocamente puntos de referencia, desaparece la percepción de movimiento.


Nos fuimos más o menos rápido, (bueno, al máximo permitido), menos Camarón, que no tenía bencina, jajajaja... con el auto escoltándolo.
Parece que entró a una especie de emprendimiento medio flaite, Grand Canyon Caverns, a mitad de camino que ofrecía paseos a caballo, cowboy camping nocturno, rafting, Caverns Grill, y desayuno Betty Boop, todo anunciado en unos carteles que parecían de cartulina, pintados con plumón. Y para rematar un dinosaurio verde de cartón piedra. Y todo usufructuando de la fama del Grand Canyon.



Había refrescado un poco, y se veían nubarrones bien amenazantes, pero con claros de sol, así que no daba para pensar en una lluvia inminente.


Paramos en un General Store en Seligman, tan tan gringo que cuesta saber si es así de verdad, y todos los general store serán así, o será la puesta en escena para los turistas. Es que después de Las Vegas uno duda de la autenticidad de todo.


Queríamos un café. Había que sacarlo de una máquina al fondo de la tienda y pagarlo en la caja.
Era una tienda realmente general store, abarrotada de toda clase de cosas, comida envasada, polerones, poleras, gorros, tazones, cerámicas, todo de la Route 66, y cosas más útiles, como de ferretería si la memoria no me falla.

Por supuesto que me compré un tazón de recuerdo.

Al rato llegaron Camarón y la patrulla juvenil en el auto.
Nos quedamos un rato más, sacamos fotos, en la entrada había una escultura alegórica nacionalista, de un búfalo con las banderas de la Route 66 y la de USA.



Tenía una leyenda que decía por favor no subirse al búfalo jajajajaja. Parece que allá hay muchos gringos como Camarón que se sube a las esculturas como la de Col de Turmalet.

Empezó a hacer harto frío cuando retomamos el camino hacia Williams, distante unos 60 Km.
Qizá por eso la Vety prefirió seguir en el auto con los "niños".
A la salida de Seligman muchos negocios supongo, no creo que sean casas, tan tan freak, que cuesta describirlos. Colorinches y con toda clase de objetos y letreros. Como un Andrés carne de res de Bogotá, pero en versión lejano oeste.





Era el último tramo de la Route 66. El camino muy bueno, casi sin tráfico, con vegetación más de montaña, matorrales verdes y pinos.
Nunca noté que fuera un camino en subida, y debe haberlo sido, pero nunca se nota que vas adentrándote en las montañas.


En la última parte era con un poco más de pendiente y más sinuoso, y había nieve acumulada a ambos lados del camino, lo que hacía el paisaje más bonito.
A la llegada hay un gran arco de fierro que dice Williams 1881, gateway to grand canyon.






Llegamos al Motel 6 West ( porque también hay un East) como a las 6, muy buena hora para relajarse, descansar (no como los días anteriores) y  pasar el frío.



El atardecer estaba muy bonito.

Dejamos las motos frente a la entrada, todas ordenaditas. Se veían muy bonitas. (obvio que la mía la acomodó alguien más, Camarón o Vampiro, no recuerdo)

El Mati se fue a la piscina temperada, el resto a echarse.
A las 19:30 nos juntamos en el lobby para ir a comer a un lugar recomendado por Matías, que es el que hacía las búsquedas en internet y con su red de contactos.
La Mary estaba muy resfriada y no se sentía bien, así que se tomó un antigripal y se acostó.
Las mujeres nos fuimos en el auto, los hombres caminando porque querían hacerlo. Nosotras propusimos hacer dos viajes, era menos de 1 Km, pero no quisieron.

Llegamos y esperamos que llegaran los machos. El lugar era bien pituquito, nos atendió un mexicano, muy amable, que nos contó la historia del lugar y sus propietarios y nos armó la mesa para el lote.


Justo antes de entrar Vampiro se empezó a sentir pésimo, con revoltura de guata y náuseas, así que se quedó como en la recepción, esperando sentirse mejor. Cada tanto la Anto iba a ver cómo seguía.
Los demás pedimos los platos sin saber exactamente qué estábamos pidiendo.

A pesar que el almuerzo no había sido mucho (una hamburguesa con papas) yo no tenía tanto hambre y no fui capaz de comerme todo.
El lío fue al final cuando tratamos de separar las cuentas. Porque te ponen el total, el tax, y la propina todo aparte. Y no habíamos pedido cosas parecidas como para dividir el total por los comensales.

Fue muy difícil hacer el cálculo hasta que llegamos a un valor aproximado.
Nos volvimos al hotel, en auto las mujeres y los hombres caminando.
El Vampi seguía más o menos.
En el trayecto, en una esquina había un bar con mesas de billar con gringos tipo cowboy, que estaban sacando a combos a unos mexicanos curaos. Pensaron en meterse a la mocha y quebrarse sillas en la cabeza, pero no pasó de ser una idea copiada de mil películas del lejano oeste jajajajaja ...por suerte.
Llegamos al hotel a buena hora para dormir un poco más que los días anteriores.
Al día siguiente iríamos al Gran Cañón.


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