lunes, 25 de marzo de 2019

Cualtaco en USA en la Ruta 66. Día 8 De Palm Beach a Los Angeles

Estábamos a 170 Km de Los Angeles, de entregar las motos y de terminar el periplo por California, Nevada y Arizona.
El último día en estos viajes es de sentimientos encontrados. Casi siempre, y esta no fue la excepción no quisiera que se termine y me dan ganas de viajar más, conocer más, no tener que volver.
Y por otro lado, empiezo a hacer el recuento de todo lo vivido y todo lo recorrido agradeciendo la suerte de poder tener estas experiencias en tan buena compañía, con amigos tan buena onda y tan bien dispuestos.
Como el trayecto era corto y en su mayor parte autopista, no tuvimos que madrugar.



No recuerdo bien, pero creo que tomamos un café de máquina como en el hotel de Williams.
A las 9:15 partimos.
El día estaba precioso, totalmente despejado y cálido pero no caluroso.
No era de extrañarse en esta ciudad que se ufana de tener 354 días de sol al año y tener un clima templado muy estable.
Avanzamos por la avenida de Palm Springs, y fuimos cruzando las calles con nombres mexicanos. Es el recordatorio de que todos estos territorios pertenecieron en alguna época a sus vecinos del sur.
Esa avenida es muy bonita, con palmeras y jardines cuidados.






Sin darnos mucha cuenta ya estábamos en la carretera.
El paisaje era bello, una gran planicie con montañas nevadas en el horizonte, todo muy verde y flores multicolores al lado del camino.


Y un poco más adelante un parque eólico impresionante se alzaba ante nosotros. 3218 aero generadores de la San Gorgonio Wind Farm en plena función, en una de las zonas más ventosas de California. Simplemente impresionante. Claro que el viento se hacía sentir y durante un buen rato manejar en esas condiciones no era lo más fácil  ni lo más agradable. Pero lo impresionante de las vistas compensaba cualquier incomodidad. 




Luego entramos a la Moreno Valley Freeway, qué lugar más lindo! Una autopista de dos pistas, modesta para el estándar americano, pero para mí muy buena, con poco tráfico, y un paisaje hermoso.





Por un rato estuvo bastante más nublado, pero en Los Angeles estaba despejado.
El camino transcurre en la mitad de una cuesta con colinas verdes y flores multicolores a lado y lado.

Después de eso fue autopista tras autopista ya en la zona se podría decir urbana del gran Los Angeles. 




Ya más cerca la ciudad, empezaron a aparecer las rampas en 3 niveles que caracterizan el paisaje urbano de El Ei.
 La dificultad era no equivocarse en la salida en los múltiples y enormes nudos viales camino a Motoquest en Long Beach, donde Camarón y yo teníamos que entregar las motos.








En el camino, a unos 50 Km de Long Beach, está  un parque de diversiones muy llamativo. El Castle Park.

Llegamos todos, todavía me cuesta creer que nadie se perdió en el camino porque el tráfico más cerca de la ciudad es muy alto, es rápido, y cada salida es una opción como entre 6 alternativas, con nombres que no orientan para nada.
Eso si los gringos manejan muy bien, como conciencia de masa moviéndose. Nadie obstruye la salida de nadie ni los cambios de pista, en ese sentido es un agrado.





Cerca del local, por ahí por Spring St. y Cherry St. pasamos a echar bencina y seguimos.





En Motoquest devolvimos las motos, y como son una empresa de Alaska, con sede en Seattle, quedamos con el contacto hecho para el viaje a esas latitudes.
Camarón y yo seguimos en la camioneta y nos fuimos al hotel.

Llegamos allá, rescatamos el equipaje dejado en la custodia, desocupamos la camioneta, y Vampiro los Vetus y Ojitos fueron a devolver las motos a Eagle Riders y después a devolver el auto.
Vampiro iba a arrendar un auto para pasear ese día y los dos siguientes ya que se devolvían el domingo  en la tarde noche a Chile.
Cuando ya estuvimos de vuelta en el hotel y cambiados de ropa, fuimos a almorzar.

Los Vetus fueron a devolver el auto y de ahí se iban a almorzar al Daily Grill, el restorán del hotel The Westin, recomendado por el Mati.
Ojitos nunca contestó y se fue a pasear solo, pero no le fue muy bien. Se fue a un barrio malo, y para llegar al centro era una hora de micro para recién tomar el metro, asi que se desistió.

Llegamos allá,  se veía bien bueno, entramos y pedimos que nos armaran una mesa para 8, y que estábamos esperando a las personas que faltaban. 
Nos fuimos a la vereda a ver si venían... y nos pusimos a ver los precios... y hasta ahí no más llegó la idea de almorzar ahí, muy pituco y muy mantel blanco, servilletas de género y copas tendría la mesa, pero no se justificaba gastar lo que costaban los platos, teniendo el Denny´s al frente! Jajajajaja
Nadie quería ir a decir que no nos quedaríamos, así que yo entré, le dije a la anfitriona que nuestros amigos, los que faltaban, habían tenido un problema y que no nos podíamos quedar.
Le avisamos a los Vetus, cruzamos al frente, al restorán donde habíamos comido la primera noche y celebrado el cumple de Camarón y del Mati.
Ibamos cruzando, en la mitad de la cuadra, cuando pasó el Vampiro en el auto que había arrendado para ir con la Anto a pasear por Malibu.
Todos cruzaron a mitad de cuadra, haciendo gala de sus habilidades de torero urbano, esquivando los autos.

Yo que no tengo esa habilidad esperé a que no viniera nadie para cruzar, y me gané las burlas del resto jajajajaja.

Almorzamos rico, BBB, y se rieron mucho de mi, porque según todos me había salido con la mía, porque que desde el principio yo pensaba que era un muy buen lugar y que el salmón estaba buenísimo.






Después de almorzar despedimos a los Vetus quienes viajaban esa misma noche a Chile para poder ir a un matrimonio en Santiago, y el Mati volaba a India para iniciar un periplo de 5 meses en un viaje con una fuerte impronta de viaje interior. Una especie de ruta de la meditación y la elevación.

Después de despedirnos empezamos a pensar que haríamos al otro día.
Y tomamos un tour para recorrer los Angeles, Hollywood y Santa Monica, que nos daba tiempo demás para irnos a tiempo al aeropuerto a tomar el vuelo de regreso.
Resuelto el plan del día siguiente, quedamos en libertad de acción.
Nosotras fuimos a morir a la habitación.
Los otros se juntaron en el lobby.




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