lunes, 23 de septiembre de 2019

En moto a Uyuni en Fiestas Patrias. Día 10 De Antofagasta a La Serena

Este día tocaba cubrir casi 900 Km. entre Antofagasta y La Serena.
Lo decidimos así, en vez de llegar hasta Vallenar, para que el último día la vuelta a Santiago fuera más liviana.
Así que tuvimos que madrugar para salir a las 7:30.
Como nunca nos aplicamos con el horario y salimos a la hora.

Era domingo, por lo que había muy poca gente en las calles.Pasamos por fuera del Estadio Regional de Antofagasta, donde juega de local Club de Deportes Antofagasta. Otro con estadio!! 
No hay justicia en el mundo jajajajajaja.

El Estadio



Pasamos a echar bencina en una bomba cerca de la costanera, y cuando estuvimos listos partimos hacia la Ruta 5.


Justo en la esquina, Ejercito con Sangra, se encuentra la capilla militar Nuestra Señora del Carmen, mencionada en Trip Advisor como atracción turística.
El camino, perfecto. El sol todavía no asomaba completamente, lo cual fue bueno para no tener que viajar enceguecidos con el sol en contra.
El día estaba bien despejado, y la temperatura fresca pero agradable con la ropa apropiada. Cero tráfico.



Llegamos al sector de La Negra, zona industrial por excelencia, con los rayos del sol apareciendo por el este, iluminando las chimeneas y estructuras de las instalaciones.
En medio de un escenario desértico, y sobre más de 200 hectáreas, se encuentra este sector industrial ubicado a 20 kilómetros de Antofagasta. El espacio ofrece diversas prestaciones, bienes y productos para la minería,  principal rubro productivo del país.
Ahí si que no había nadie, ni siquiera perros vagos de los que abundan en los alrededores.


Enfilamos hacia el sur por la columna vertebral de Chile y último tramo de la Carretera Panamericana.
El camino se ponía cada vez más lindo, qué manera de disfrutar la árida belleza del extenso desierto, sin alambradas que lo separen del camino, como invitando a adentrarse en él, con los cerros multicolores y cambiantes. El cielo decorado con cirrocúmulos blanquitos y algodonosos.
Inolvidable.

Tomamos la salida hacia Paposo y Taltal, volviendo a la Ruta 1, para echar bencina y hacer el tramo costero entre Paposo y Chañaral, que es precioso.
Hace falta que se complete esa parte del camino por la costa, entre Antofagasta y Paposo.


Yo iba más feliz que perro con pulgas! Es que ese paisaje a mi me hipnotiza, me subyuga, me cautiva. 
El día estaba totalmente despejado y los colores ocre y amarillos de los cerros eran un espectáculo. Más la filita de motos en esos parajes... un deleite.

Seleccioné las mejores fotos que se acercan a dar cuenta de esa belleza. 

Si fuera una exposición se llamaría Los Colores del Desierto, por Marcella Schiapacasse.






Pasamos por la subida al cerro Paranal, donde se emplaza el observatorio homónimo, un VLT (very large telescope) proyecto colaborativo europeo, cuya sigla ESO significa European Southern Observatory, en terrenos donados por el estado chileno en 1988. 10 años más tarde ya estaba registrando imágenes del universo. En 2011 si mal no recuerdo subimos con Ojitos, Camarón y el Vetu, en su debut con Cualtaco.
Aunque no pudimos visitar las instalaciones, pudimos recorrer los exteriores y conversar un rato con el guardia de la entrada.
Es alucinante!


En el trayecto hay varias faenas de pequeña minería. Más que las que había las otras veces que pasamos por ahí. 



Todo ese camino es precioso, muy bueno y muy poco transitado. La franja de asfalto ondulante se adentra en los cerros, donde se aprecia con nitidez la gran obra que es esa ruta.


Poco más allá de ese punto, empieza la bajada de la cuesta a Paposo. Dicen que es peligrosa. De hecho, en una de las curvas al final de la cuesta, hay una animita que más parece ermita o santuario, recordando a muchas víctimas de algún accidente.
Pero a mi me encanta!!

Llegamos al borde costero y seguimos hacia Taltal.
Otro regalo de la naturaleza, el mar muy azul, con pequeñas caletas cada tanto y los enormes cerros que llegan casi hasta el mar. Algunos caseríos multicolores recuerdan que alguna gente organiza su vida en esas soledades.




Pasamos por la entrada a Cifuncho, una playa y caleta de pescadores donde pasamos una agradable tarde los mismos que fuimos a Paranal.
Algunos opinan que es de las más bonitas de Chile.
También pasamos por Caleta Hueso, que es justo antes de Taltal donde unos parientes políticos del Topo tienen unas cabañas.



Y llegamos a Taltal, (igual que mi general jajajaja) a echar bencina y tomar un café, antes de seguir camino.




A la salida como que nos anduvimos perdiendo, alguien se pasó de la salida y yo lo seguí, pero luego ya n0os habíamos reagrupado para seguir a Chañaral, a unos 140 Km.
A la salida de la ciudad había un grupo de carroñeros dándose un festín con lo que parecía los restos de un perro que debe haber encontrado su fin atropellado por algún vehículo. Impresionante como las costillas ya no tenían nada de carne adosada al hueso.

El trayecto siguió en el desierto. Mirando las fotos no parece real, parece una escenografía de un lugar no tocado por el hombre, quieto, estático y constante.
Solo la ruta de asfalto perfecto que se pierde en el horizonte, aporta lo humano a la experiencia del paisaje. Ni siquiera transitaban autos o camiones que quebraran el mantra del ruido parejo del motor de la moto.







Esta señalética indica Santiago a 1000 Km

No me acordaba de la cuesta Portezuelo Blanco, a 25 Km de Chañaral y 1000 de Santiago. El camino está impecable y las vistas inmejorables.




Llegamos a Chañaral, a la Copec sobre la ruta 5 hacia el sur.
Me encanta Chañaral... la bahía, el puerto, los cerros, el desierto, el mar.
Estaba totalmente despejado, lo que realza mucho la belleza del paisaje.






Chile tiende a ser un país de frikeríos. Por ejemplo, una playa que se llama El Caleuche... en la III Región... el desierto po!! qué onda! Jajajajaja, y no conforme con eso le construyen el letrero turístico pa la foto.
Algo que se repite en esta zona es la iluminación de la ruta al llegar a las ciudades o pueblos, con luminarias alimentadas por paneles fotovoltaicos.
Seguimos por la Ruta 5 por la costa hasta Caldera. 
Los múltiples balnearios modestos que han crecido mucho en playas privilegiadas, con mediaguas y casas de mejor pelo, haciendo la delicia de los veraneantes.
Durante 3 años trabajé 3 días al mes en El Salvador y atendía a la población de la división Salvador de Codelco y sus familias. Llegué a conocer bastante ese modo de vida y sus códigos. Recuerdo que todos, o casi todos, aparte de la casa que les daba Codelco en El Salvador tenían otra casa en Flamenco, Barquito, Portofino, Obispito, u otro de estos balnearios que les mencionaba. 
Y los de más rango, en La Serena.



Esa parte del camino es como si la tierra aún estuviera caliente, las rocas esparcidas en el desierto evocan los restos una gran erupción volcánica. 
Seguimos con una suerte increíble. El camino casi sin tráfico, todo el entorno solo para nosotros.


Caldera nos recibió con el cielo tapado de nubes pero sin frío.
Seguimos hacia el oriente, alejándonos de la costa, donde empieza la autopista de doble vía hasta Santiago.


Tomamos hacia  Vallenar por el by pass para no entrar a Copiapó. Yo llevaba mis 5 lt. de bencina extra así  que me alcanzaba demás. Eran las 12:30 y quedaban 500 Km.
Paparazzi, entró a Caldera  a echar bencina y parece que a comer algo, y se separó del grupo-
Las nubes se habían disipado y el sol se dejaba sentir.




En Vallenar paramos a echar bencina y comer algo rápido, algún snack empaquetado, un poco de agua para seguir luego a La Serena.
Pasamos por la escultura de los alicantos, un poco al sur de Huasco, donde paramos a sacarnos fotos en el viaje a Huasco, para el feriado del 21 de Mayo.
Claro que esa vez hasta llovizna nos tocó.

El viaje siguió muy agradable, prácticamente sin tráfico, disfrutando de los últimos kilómetros de desierto.




En la cuesta Buenos Aires ya se veían las nubes en la costa, así que de a poco el sol fue desapareciendo a medida que nos acercábamos a la capital de la IV Región de Coquimbo y de las papayas.



El taco en la entrada a La Serena nos trajo a la realidad, después de un par de miles de kilómetros casi sin otros vehículos en las carreteras.

Llegamos a la hora del paseo por la costanera. Yo no cachaba bien donde quedaba el hotel, y además con el taco en la Av. del Mar, por las dos pistas, yo trataba de no alejarme mucho del Vampi, para no pasarme de la calle donde había que virar, porque dar la vuelta en U con ese gentío era imposible.
Llegamos al hotel Campanario, el Vampi me ayudó con la moto porque  había que tirarse no más a doblar, y justo había un lomo de toro medio chueco y desnivelado, que había que agarrar doblando, así que mejor le dejé a él la maniobra.
Nos registramos y subimos a las habitaciones. Al rato llegó Paparazzi con la Margarita.
Nos cambiamos ropa para ir a comer al restorán del frente, el Huentelauquén que goza de merecida fama, y siempre está muy concurrido. 

Allá llegamos, nos atendió una recepcionista muy amable, nos ubicó una mesa cuadrada, perfecta para el grupo y nos asignó un mozo. 
Ahí se pudrió todo, porque el Vampiro le pidió cuentas separadas y el cabro de muy mala manera, nos dijo que no se podía. Ni siquiera trató de dar una explicación o de encontrar alguna solución. Era un rotundo NO. 
Vampiro, en tono de talla dijo "ah, entonces  nos vamos" Y el pelotudo contesta "bueno po, váyanse" o algo asi. En muy mal tono y mal modo, así  que no nos quedó otra que irnos. Pero nos quejamos con la anfitriona.
Más tarde conjeturamos que podía ser el hijo del dueño obligado a trabajar en el negocio familiar en vez de estar carretiando con los amigos.
El problema es que estaba todo cerrado, era domingo después de las Fiestas Patrias.
En un local del frente accedieron a atendernos, y estuvo super bueno! 
La comida rica y buenos copetes.
Terminamos de comer y cruzamos al hotel.Nos quedamos un rato en el comedor conversando.
Yo al menos no notaba los 900 Km en el cuerpo. Así de buena había sido la travesía.
Al día siguiente podíamos salir un poco más tarde, ya que el pique a Santiago se hace en pocas horas.




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