El plan era partir a las 8 AM.
A las 7:30 yo, al igual que los compañeros de ruta habíamos cargado las motos y fuimos a tomar desayuno.
El hotel ofrecía colaciones para llevar, un sandwich de jamón y uno de queso, un jugo, un galletón y una fruta por 3 lucas. Los Vampis y yo la compramos porque no pararíamos en ningún sitio donde se pudiera comer algo más que una bebida o una galleta. A la hora de almuerzo estaríamos entre Agua Verde y La Negra en Antofagasta, entonces no era mala idea llevar algo de comida.
Sacar las motos fue un atado.
La salida estaba en subida con mucha pendiente, con una barrera donde había que operar la típica tarjeta que se valida en un cajero.
Ya era difícil parar con la moto en subida, poner la tarjeta, volver a partir y sacar la moto a la vereda, pero más encima la barrera no abría si no se presionaba una placa metálica en el suelo, que seguramente cualquier auto presiona al detenerse. Pero no una moto.
Así que en una operación de equipo, creo que la Anto con Camarón se quedaron en la barrera abriéndola para que las motos pudieran salir.
A las 8:15 por fin pudimos partir.
Era sábado en la mañana, estaba nublado y frío y con las calles casi sin tráfico.
Vampiro nos guió, para echar bencina en la Copec a la salida de Copiapó, en el camino hacia Caldera.
A mi me pareció que había harto paco en ese tramo, y como la máxima era 100 Km/hr, nos fuimos más bien lentos y respetuosos.
Después del peaje nos separamos, al punto que perdí la referencia de quien iba adelante y atrás.
El camino hasta Caldera estuvo gris y frío. Si bien el cielo nublado le quita realce al paisaje, de todas maneras a mi me gusta mucho. Las planicies ocres interminables a lado y lado, la cinta del pavimento en la mitad de nada, y las motos chiquititas en el horizonte. Así y todo el sol intentaba aparecer detrás de las nubes.
El aeropuerto con forma de armadillo me sigue pareciendo precioso, perfecto para el entorno. Aunque ya no se ve tan bien desde el camino porque hay un acceso sobre nivel y muros que lo ocultan. Antes se veía desde lejos, uno se salía a la derecha a un semicírculo, esperaba que no viniera nadie, y cruzaba hacia la entrada del aeropuerto. Otros tiempos.
En el camino de Caldera a Chañaral las nubes comenzaron a disiparse y disfrutamos de ese paisaje bellísimo, de cielo azul, mar aún más azul, arenas blancas y cerros en una gran gama de amarillos, caqui y café. Qué privilegio estar ahí pensaba yo. Los que algunas vez fueron poco más que tomas (creo yo) han devenido en balnearios hechos y derechos, con señalética que informa del nombre de cada lugar. Varios ya cuentan con restoranes y alguna acomodación turística.
Entrada a Portofino
La bajada a Chañaral siempre me emociona y me asombra, con la bahía casi siempre de aguas quietas y lo abrupto de las enormes rocas por el otro lado.
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Pasamos por la costanera, hasta la salida.
Chañaral |
Nos fuimos a la Copec a echar bencina y llenar los bidones de reserva.
Nos tocaba el tramo en que había riesgo de quedarse sin combustible (ya nos pasó) si es que en Agua Verde estaban con problemas.
Estuvimos ahí un rato, algunos tomaron café.
El Wiro llevó ese bidón |
Ahí nos enteramos de que había problemas en Uyuni. Que había manifestaciones en el acceso al pueblo, y que nadie podía entrar ni salir. Que había un grupo importante de turistas varados sin poder salir de ahí. (Ahora, a la distancia, fue la primera señal del despelote general que hay en el hermano país en todo orden de cosas).
Las noticias las conocimos como a las 10:30 en la parada en Chañaral.
A las 10:58 la Leo, desde Santiago ya tenía todo bajo control y resuelto.
Se había comunicado personalmente con el cónsul de Bolivia en Calama, tenía su número personal, que le había dicho que el bloqueo se levantaba ese día y que cualquier problema, el Wiro lo llamara y él nos ayudaba. Jajajajajaja solo la Leo!! Cómo lo hace!!
Así que después del primer susto, seguimos lo más tranquilos a cruzar el desierto más seco y más lindo del planeta.
Los Paparazzis |
Camarón y la Marcella |
Esa quietud, todo estático, igual que hace miles de años, sin que nada haya cambiado ni vaya a cambiar siglo tras siglo.
Y los colores que a ratos parecen de mentira. Y las vistas del paisaje árido, detenido y silencioso bajo un sol brillante, en contraste con el cielo limpio y azul.
En este caso, una imagen vale más que mil palabras. Aclaro que las fotos no están retocadas, son tal cual las sacó la Marcella con su celular.
Poco antes de Agua Verde, Paparazzi paró a desabrigarse un poco y seguimos.
Por ahí empezó el viento propio de la zona, con grandes polvaredas y remolinos que suben desde el suelo caliente.
Los pacos nos detuvieron a Camarón Paparazzi y a mi en el puesto de control cercano a la Copec de Agua Verde.
No quería nada en específico, pidió los documentos, nos advirtió acerca del viento que más adelante estaba peor, que había baches en el camino, que tuviéramos mucho cuidado, que un brasileño se había caído y había muerto en el Km 1200.
Nos despedimos y llegamos a la bomba que estaba sin problemas, a pesar del viento y la polvareda. Comimos algo de lo que llevábamos, (el snack del hotel) y retomamos la travesía hasta Antofagasta.
El almuerzo |
El Vetu y el Mamón partieron antes. La Vety llegaba en avión a Calama a reunirse con su rey y el resto del grupo. Eso explica, supongo, el apuro.
Yo partí con el Camarón y el Wiro, pero el Wiro se adelantó y nunca lo pillamos.
Efectivamente el viento estaba más o menos pesado y el camino insospechadamente deteriorado. Con algunas deformaciones y baches.
Hacía harto calor, que llegó a 33º, así que íbamos más desabrigados.
El paisaje seguía siendo como estar en un planeta inexplorado.
Cada tanto carrocerías abandonadas y oxidadas de autos volcados interrumpían esa sensación.
Pasamos por el Oasis Salitrero Taltal, que es como un pequeño santuario pero parece que no es religioso. Da la impresión de que es un lugar con sombra y mas fresco en la mitad de nada, para guarecerse un rato.Traté de averiguar lo que era pero no tuve éxito.
Poco más allá, se encuentra un nuevo parque eólico, que no recordaba desde la última vez que anduvimos por ahí.
En esta jornada ya se intuían los estilos particulares de los motoristas.
Mamón y Vetu buenos para adelantarse y perderse. Ellos dicen que andan a 120... osea se teletransportan 30 Km como si nada.
Wirito va y viene, a ratos con los adelantados, y en otros momentos con los demás.
Vampiro, parejo, no se adelanta pero tampoco se queda.
Yo, cuando puedo corro, pero en las cuestas inevitablemente me voy atrasando.
Paparazzi, impredecible, a veces se queda atrás casi imposible de esperarlo porque habría que parar, y de repente acelera, los pasa a todos y no se le ve más.
Camarón prefiere irse al último para no tener que estar pendiente de los espejos. Y casi siempre mantiene esa posición.
Así las cosas, nunca anduvimos todos en grupo ni llegamos juntos a los lugares.
Eso da un poco lo mismo si andamos en Chile, todos sabiendo donde vamos y como llegar. El único problema sería una pana o un accidente.
Pasamos por la Mano en el Desierto, escultura monumental de Mario Irarrázaval, (escultor que dicho sea de paso recomiendo ver en youtube la entrevista de Matilde Burgos, en CNN Intimo, él es un seco! y super piola).
No paramos a verla de cerca por la hora, y porque es camino de tierra.
Ya casi llegando la escena era un poco apocalíptica, el viento que levanta tierra y arena, unas construcciones oscuras con chimeneas, las bermas de tierra, los neumáticos apilados.
Como no íbamos juntos, con Camarón llegamos a La Negra, pero nos pasamos de la Copec y entramos en la Petrobras.
Paparazzi llegó al final.
Ahí conocimos a tres chilenos que iban a Uyuni, con una ruta bien parecida a la nuestra, pero volviendo por caminos de tierra a Chile.
Una cabra se me acercó y me preguntó si yo manejaba "esa" moto. Le dije que si y ahí partió la conversa.
Eran un papá, su hijo y la esposa de éste. Eran de San Fernando, estuvimos conversando un rato, les contamos los problemas de Uyuni, pero que ya estaba solucionado. El más joven andaba en una BMW 1200 GS con low kit. Me dijo que si nos encontrábamos más adelante la probara. Ellos habían llegado en avión y se iban yendo a San Pedro donde recogerían sus motos que mandaron en camión.
Partimos hacia Calama, los últimos 200 Km como a las 4 de la tarde.
Hicimos el trayecto emblemático de la gran minería chilena. La zona del esplendor del salitre a principios del siglo XX, después pionera de las grandes cupríferas, y en poco tiempo más de la explotación del litio.
Yo seguía como chancho en el barro, disfrutando la belleza del entorno con un camino exquisito y muy poco transitado.
En el camino hay unas ruinas, de un pueblo, Pampa Unión. Surgió en forma espontánea por iniciativa de un médico, Lautaro Ponce, que, conociendo las necesidades de los obreros del salitre, pensó en construir un sanatorio en un punto de convergencia de varias salitreras y cercano al ferrocarril. Así surgió, cerca de la Estación Unión de donde partían ramales a distintas oficinas salitreras, como Arturo Prat, Aníbal Pinto Edwards, Ausonia, Carmela, José Santos Ossa, Cecilia, Candelaria, y otras.
Alrededor del hospital se levantaron viviendas y se fueron instalando nuevos servicios, convirtiéndose en un polo de atracción laboral, de entretención y de comercio por excelencia. Llegó a tener casi 5000 habitantes, y funcionó entre 1911 y 1930. Su auge fue en la década de 1920, logrando superar la crisis del salitre, luego de lo cual la población fue disminuyendo hasta que los últimos habitantes desalojaron el pueblo en 1950. En 1954 fue desmantelado.
A 5 Km del pueblo está el Cementerio de los Apestados, que recibió los muertos, mayoritariamente niños, víctimas de plagas que azotaron la zona.
El cementerio |
Tal como nos había comentado un camionero en la Petrobras, había harto viento y polvareda, pero eso le daba un toque más dramático al trayecto.
Pasamos por Sierra Gorda, pueblo eminentemente minero.
Como a las 5:45 entramos en Calama que compite por un puesto entre las más feas del mundo.
Claro, si fue pensada como ciudad dormitorio de Chuquicamata y no como destino turístico.
Con Camarón y el Wiro andábamos un poco perdidos sin saber bien donde quedaba el hotel así que entramos la Shell, la misma donde paramos de madrugada cuando veníamos de San Pedro con temperaturas apenas sobre cero, camino a Santiago en el viaje por el norte de Chile el 2014.
Aprovechamos de echar bencina, y quedar listos para el día siguiente, además de preguntar como llegar al hotel.
Seguimos las indicaciones del bombero (que creo que era colombiano) que por cierto no tenían ninguna coincidencia con las de Maps.me, y después de unas vueltas, un par de infracciones y un Ceda el Paso en que el Wiro casi se incrusta con un auto, llegamos al Ibis de Calama.
El estacionamiento plano, fácil y amigable, no necesité valet parking.
Además tiene carritos como los del aeropuerto para las maletas, los cual para los motoristas y su equipaje repartido en bolsos y bolsitos, más el casco y los guantes, es un agrado.
Nos registramos, Mamón, mi room mate ya había llegado y estaba todo el trámite hecho.
Antes de subir a la habitación nos tomamos unas cervezas heladitas deliciosas!!
Y picoteamos unas Tikas que compró la Marcella.
No me acuerdo bien de qué, pero nos reímos mucho!
En eso llegó la Veti, que se había bajado del avión con la cartera y el casco, se había subido a la moto y había llegado al hotel. Eso es clase!! Full jet set, ricos & famosos jajajajajaja!!👏👏👏
Nos duchamos, nos cambiamos ropa y fuimos a comer al mismo restorán que fuimos el 2017 cuando hicimos el Noroeste Argentino. El Alquimia. Está igual de bueno!
Volvimos a acostarnos y prepararnos para el encuentro con la altura, tema relevante en este viaje, para lo cual algunos eligieron medicarse.
Tocaba el Paso Jama a 4800 msnm.
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