La idea era salir a las 8 AM, para llegar, ojalá a almorzar, para aprovechar la tarde en Foz y planificar los dos días que estaríamos en nuestro destino principal. Eran 318 Km de camino para pasar de la Provincia de Misiones al estado de Paraná en Brasil.
Hicimos el check out, fuimos a buscar las motos al estacionamiento, las llevamos al hotel para cargarlas y a las 8 estábamos partiendo.
Pasamos a una bomba cerca del hotel a llenar los estanques. Yo iba un poco más atrás, vi una fila de autos estacionados, pero no reparé en que era la cola para entrar a la bomba, y... olímpicamente me la salté y me puse detrás de Camarón.
Supongo que con el enojo y/o la perplejidad de los que esperaban. Cómo iba yo a saber que hacen cola para la bencina!!
Vampiro nos llevó con el Maps.me por las calles de Posadas y muy rápido llegamos a una costanera fantástica a orillas del Paraná (no podía ser de otra manera) que más que río, parece mar. Esa parte es realmente linda y digna de haber conocido y recorrido.
El Paraná, impresionante |
En una de las rotondas, con trébol vimos un mural en homenaje a Perón.
Más allá, en otra rotonda, una protesta que no supimos bien de qué se trataba.
Al abandonar el borde fluvial entramos a una autopista super buena, pero que se interrumpía sin mayor transición, y se convertía en un camino regular para malo. Y también tramos en reparaciones con desvíos muy largos.
Ya desde los primeros kilómetros se notaba el paisaje más tropical, muy verde, harta palmera en todos lados, con pastos más altos y vegetación y bosques más frondosos. Y la tierra rojiza que parecía greda.
Seguimos un poco disgregados, Vampiro y yo adelante tratando de arrear la manada.
Pasamos un peaje gratis, con pasada especial para motos, en la localidad de Santa Ana, perteneciente a las Rutas del Paraná.
Poco más allá, ya estaban los anuncios de la misión jesuítica de Santa Ana, la primera de muchas que veríamos más adelante en el camino.
Como a las 10 paramos a tomar un café y echar bencina. El lugar se llamaba Capioví. Lo más llamativo de la parada fue los arreglos con flores y frutas de las luminarias de la calle y de otras estructuras en plazoletas.
Y también la decoración de la tienda de la bomba donde tomamos café, con estética como de los años 50. Tenían 2 surtidores de combustible antiguos como parte de la decoración.
Nos refrescamos, hacía harto calor, y los Vetus aprovecharon de mojar sus chalecos refrescantes que funcionaron a las mil maravillas y fueron los únicos que pasaron mejor las horas de temeperaturas sobre 35°.
En una ventana, llena de autoadhesivos, la mayoría de clubes de motos, Camarón dejó nuestro logo, para recordar nuestro paso por esos lejanos lugares.
Seguimos camino, por una ruta preciosa, en medio de la foresta y la naturaleza en estado salvaje. Tramos muy buenos, otros muy malos.
Por momentos hartos autos y hartos camiones. Hay que destacar que en la mayoría de las subidas, se abre una segunda pista para adelantar a los vehículos más lentos, lo cual permite mantener un buen ritmo de marcha.
Además, los camioneros se abren y dejan pasar a las motos, cuando no hay tercera pista.
Varios camiones con madera, y varios aserraderos hacían pensar que probablemente esta es una actividad económica relevante de la zona.
Y también la minera Wanda, yacimiento importante de piedras semipreciosas.
Más allá otra manifestación de protesta por algo, con letreros y gente metiendo bulla para llamar la atención. No supe bien de qué se trataba.
Vimos una camioneta con un remolque que transportaba 4 motos grandes, de gente que no quiso pegarse el pique completo, y combinó avión u otro, y motos para dar una vueltecita...
Pasamos por el último puesto de control de Gendarmería Nacional argentina, a unos 40 Km de Puerto Iguazú.
Antes de llegar al desvío a Puerto Iguazú, todavía en Argentina, y en medio de la vegetación exuberante, nos encontramos con miles de mariposas de distintos tamaños, algunas bien grandes, en el camino, sin espantarse por el paso de las motos. Yo creo que en ese tramo bajamos la velocidad.
A mi me dio cosa, sentí que nos metíamos en su territorio, en su habitat, como seres ajenos al ecosistema, produciendo más de alguna perturbación, y que no deberíamos pasar por ahí... pero el camino había sido construido en ese lugar.
Enfilamos a la última ciudad argentina que pasaríamos antes de cruzar la frontera y entrar a Brasil.
Al poco rato llegamos a Puerto Iguazú, no sabíamos bien donde ir y teníamos que echar bencina.
Paramos en la primera YPF que encontramos, pero Camarón siguió más adelante, porque parece que le habían dicho que había otra bomba más allá.Para no perdernos lo seguimos, y efectivamente llegamos a la una Shell.
Aquí Camarón siguió olímpicamente |
En el camino vimos hartas parrillas y sentimos sus olores embriagadores, irresistibles a esa hora.
Algunos queríamos comer lo que fuera y seguir, otros comer "comida de verdad". Ganó esta opción y nos devolvimos por el mismo camino buscando algún algún restoran.
Y fue una excelente idea, porque dimos con un restorán estupendo, con aire acondicionado, muy buen servicio y comida exquisita. El Nino.
Partimos con agua heladita y unas Quilmes para hidratarnos después del calor que habíamos soportado.
Almorzamos como reyes y nos sacamos fotos divertidas.
Hasta una siesta durmió Gasparín.
Ya repuestos seguimos camino a la frontera y luego Foz.
Pero antes hicimos un arito en el hito de "las tres fronteras".
Ese es un punto que existe en Argentina, en Brasil y supongo que en Paraguay, porque es el lugar donde confluyen el río Paraná y el río Iguazú, y donde se enfrentan los tres países mirando a esta confluencia.
Paramos en este sitio eminentemente turístico con un par de buses estacionados pero no muchos turistas.
Pudimos sacar fotos bastante limpias, sin otros turistas colapsando el lugar. Unas cuantas en el monolito y muchas con los ríos y Brasil y Paraguay como fondo.
Los Vetus con sus chalecos refrigerantes |
Las 3 Fronteras brasileñas, desde el lado argentino |
El calor era cuático como dirían mis hijas, y después de las fotos, buscábamos alguna sombrita donde estar.
Volvimos a las motos y partimos a la aduana Argentina - Brasil.
El camino bastante bueno, con poco tráfico. Pero muuuucho calor.
El trámite muy expedito.
En poco tiempo, llegamos a Foz de Iguazú que resultó muy distinto a lo que me imaginaba. Yo esperaba encontrarme con un pueblo chico, más bien precario, y con esa típica cosa brasileña de tudo bem, aunque todo esté siendo un caos, o las cosas se estén cayendo a pedazos.
Al revés es una ciudad bastante grande, con avenidas grandes, edificios altos, y mucho movimiento.
El mall con Cinemark |
Llegamos al hotel, bastante grande, con muy buen estacionamiento ahí mismo.
El lobby amplio, con agua y café de autoservicio todo el día, sin cargo, y el servicio impecable.
Las habitaciones también, amplias y cómodas.
Pero sin wifi. Lo estaban actualizando y en rigor no funcionó nunca. Lo cual no es tan malo porque permite desconectarse.
Varios nos fuimos a la piscina, que estaba muy agradable. También había un jacuzzi al aire libre.
Ya refrescados, en el lobby del hotel, pudimos reservar el tour en una van sólo para el grupo, para ir a las cataratas al día siguiente.
Terminamos el día comiendo en el restorán del hotel contiguo al nuestro. Camarón no fue, prefirió quedarse descansando en el hotel, se arrebató con el jacuzzi parece.
La comida bien rica y la conversa entretenida pero densa y profunda... el tema fue el valor de la vida, absoluto para algunos, relativo para otros.
Estuvo muy entretenido! No parecía Cualtaco jajajajajaja.
Un gran día!
Y lo más importante... en el objetivo principal del periplo.
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