El look de Fabricio es muy Fabricio y muy argentino, con esos peinados con los pelos estudiadamente desordenados y parados y armados con un poco de gel.
Camarón, ajeno a estos asuntos de estilo y moda imperante, y más bien cercano a las partiduras derechitas y los peinados tipo langüetazos de vaca, quería regalarle una peineta... jajajajaja Y argumentaba muy en serio "yo amanezco así todas las mañanas" aludiendo a que las mechas todas desordenadas no podían ser un peinado, menos un look.
Qué reírnos más con la perspectiva de Camarón.
Yo creo que él todavía no le ve el chiste a su idea y su explicación.
A las 7:45 estábamos tomando desayuno, para tratar de partir a las 8.
Yo había dejado casi todo listo la noche anterior.
Eran casi 600 Km hasta Mendoza, al Hotel Ibis, en las afueras de la ciudad.
No teníamos un plan de ruta muy claro, excepto que nos iríamos por las Altas Cumbres, Mina Clavero y Villa Dolores.
Salimos de Carlos Paz sin problemas hacia Altas Cumbres.
El día estaba despejado, y fresco. Ideal para la moto.
Antes de empezar a subir había un control policial bien flaite e improvisado.
Los paisajes y el camino mismo, preciosos.
Parecen jardines, con los pastos cortados y manchones de colas de zorro como hechos por paisajistas.
Las fotos de la Marcella quedaron preciosas. Muchas con el sol entre las pocas nubes que había.
En uno de los desvíos Camarón se pasó, los demás seguimos por el camino correcto y lo esperamos. El nos podía ver desde arriba, de hecho la Marcella sacó fotos e hizo un video de la descoordinación.
En la parte más alta, en un mirador turístico paramos a admirar la inmensidad y la belleza de la vista.
Estaba bastante frío a esa hora.
Yo les recordé que teníamos pronóstico de tormenta para la tarde en Mendoza, así que tratáramos de avanzar rápido para llegar antes de las 6, que era la hora de la lluvia.
Más adelante, ya en la bajada, hay una especie de híbrido entre animita y sitio de peregrinación y mandas a José Gabriel Brochero, representado como un cura a lomos de un burro. Le agradecen ciertas recuperaciones de la salud y cosas por el estilo. Investigando más, es un cura de la zona, ordenado en 1866 y muerto en 1914. Se destacó por su ayuda en una epidemia de cólera que azotó a la población local en 1867.
Fue beatificado en 2013 y canonizado en 2016 bajo el pontificado del Papa Francisco... seré muy hereje pero no puedo evitar pensar en alguna coima o favoritismo en la pasada.
En los alrededores en el camino se anuncia el Camino del Peregrino, me recordó el Camino de Santiago, con la icónica concha de ostión, en el norte de España.
Bueno, siguiendo con el relato, el camino que había estado super bueno y expedito, dejó de estarlo por el significativo aumento del tráfico, especialmente autos, pero tambien camiones y buses. Como el camino es de harta curva y se una pista, adelantar se hacía difícil y nos separamos irremediablemente.
Yo seguí más o menos junta con el Vetu.
Antes de doblar en Mina Clavero nos volvimos reunir.
Ya en el plano, hay una localidad llamada Nono, que tiene municipalidad de Nono, Parrillas del Nono y otras por el estilo. Curiosa denominación para un pueblo.
En el siguiente pueblo estacionamos y esperamos un rato para saber de los otros. Camarón nos dijo que nos fuéramos no más, que aGasparín y a Ojitos los había parado un paco, pero que él lo esperaba, y que Vampiro iba adelante.
Y que nos juntábamos en la YPF de Villa Dolores.
Así que seguimos.
Y no era tan simple como que "nos juntamos en la YPF de Villa Dolores, que suponíamos estaba en la misma carretera que atraviesa el pueblo y que no habría que desviarse. Pero no. Después de avanzar por la calle principal, con harto auto, preguntamos y nos indicaron que había una YPF 4 cuadras a la izquierda, un poco más allá. Ahí estábamos, en el caos total, cuando de la nada aparecen Camarón, Ojitos y Gasparín. La magia de Cualtaco. Supongo que Camarón habrá tomado la delantera y nos llevó a todos a otra bomba más adelante, que si estaba en esa misma calle. Y además ahí estaba el Vampiro, jajajajaja todos juntos de nuevo. Raro.
Echamos bencina y discutimos junto a unos argentinos el mejor camino para Mendoza. Y este parecía ser por Encón. Antes de eso pararíamos en Quines a un café, para después hacer el "camino de la muerte" en alusión a los 180 Km hasta Encón, en que no hay nada de nada.
Y partimos. A esa hora el calor se sentía fuerte. Y eran pasadas las 11:30.
Después de media hora estábamos abandonando la provincia de Córdoba y entrando a la de San Luis. Y media hora después estábamos en Quines.
Pero no había nada a la orilla del camino. Había que entrar al pueblo para el café... así que seguimos buscando algo más a la mano.
Llegamos a la otra entrada a Quines y al inicio del camino de la muerte.
Vampiro ya había seguido.
Había como un restorán pero no lo pesqué. Camarón me hizo parar para ver qué hacíamos.
Vetu Camarón y yo queríamos seguir y salvarnos de la lluvia. Quedaba mucho camino, 360 hasta Mendoza. Ocupar hora y media en almorzar cuando ya eran casi la 1, era complicado.
Ojitos se enojó porque decía que era una locura seguir sin comer y sin tomar agua, con ese calor y en un camino que no pasa ni un alma.
Y como Cualtaco tiene su propia lógica interna, poco democrática en el sentido de acatar lo que dice la mayoría, y más bien cada uno hace lo que se le antoja, Ojitos y Gasparín se quedaron en Quines, y Camarón, los Vetus y yo seguimos a Encón.
Efectivamente es un camino recto, extremadamente caluroso y seco. Con poca vegetación y casi sin animales.
Nos demoramos poco más de una hora y media en cubrir los 180 Km hasta Encón. Podría haber sido menos, pero Camarón se enredó, no estaba seguro que hubiera bencina y se fue guardándola para llegar por lo menos a Lavalle, así que nos fue trancando un poco. Con el Vetu le metíamos Chala pero Camarón se nos quedaba atrás.
Yo estaba segura que había bomba, me acordaba perfecto de una bomba menos que básica en el tierral. No estaba segura si habría comida, pero bencina, seguro.
Llegamos sofocados a Encón, donde no sólo había una bomba muchísimo mejor que mi recuerdo, sino que una cafetería super buena con una chica muy amable a cargo de atender a los clientes.
Y ahí estaban el Vampiro y la Antonieta jajajajaja, que ya habían almorzado.
A la media hora ya habíamos echado bencina y almorzado, y estábamos partiendo para Mendoza. Nos quedaban 150 Km.
A la salida había primero un control policial y después un sanitario. Todavía no entiendo qué función realmente cumplen, más allá de darle trabajo y/o contratos a algún amigo del alcalde.
Porque no revisan nada, solo hacen pasar por un liquido tirado en el suelo.
Ahora si tratamos de ir rápido y ganarle a la tormenta.
Las nubes se iban poniendo cada vez más negras y más amenazantes, y ya no hacía calor.
Poco antes de Lavalle vimos una tarima como los escenarios de los festivales de música tipo Lollapalooza, pero en plena carretera, en la mitad de nada.
Más allá empezaron a divisarse las viñas por las que esta zona goza de merecido reconocimiento en la industria vitivinícola.
Ya estábamos muy cerca de Mendoza cuando empezaron los rayos que precedían a la lluvia.
En Lavalle preferimos parar a ponernos los trajes de agua. No quedaba tanto pero lo suficiente para quedar empapado y sin la seguridad de que la ropa se secara para el otro día.
Camarón porfiado, se arriesgó, siguió así no más y se mojó un poco más.
Por suerte no fue tanta la lluvia y paró rápido.
Como a las 5 ya estábamos en el hotel. Nos dimos una rica ducha, y esperamos a que llegaran los chanchis y Gasparín.
A ellos si los agarró la lluvia que cayó más tarde, mal.
Como a las 8 llegaron y quedamos de acuerdo en ir a comer al Don Mario para despedir a Gasparín, que al otro día partiría temprano para llegar en el día a Concepción, cruzando a Chile por Malargüe. Qué aguante!!
Y así lo hicimos, fuimos en taxis al restorán, todavía lloviznaba un poco.
No supe bien porqué los chanchis no fueron a comer con todos.
La comida estuvo deliciosa. Y probamos unos vinos realmente exquisitos, que tenían en venta especial. Camarón y yo compramos una botella para traer a Chile. Me arrepiento de no haber traído más.
Durante la comida repasamos anécdotas del día y del viaje que estaba llegando a su fin.
Nos acostamos bien tarde, bien cansados y bien contentos.
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