Nos levantamos muy temprano, para tratar de salir a las 8.
Ya no llovía nada y el día estaba agradable.
Desayunamos en el comedor, que era chiquitito, pero el café, el jugo de naranja y las medialunas estaban mundiales.
Había que ir a buscar las motos al parking. La de Camarón, que había quedado abandonada a su suerte durante la noche, estaba perfecta, donde la había dejado. Las otras dos, que pernoctaron con la imponente GS1200, ya se habían ido.
Hicimos el check out, cargamos las motos, lo que tomó bastante tiempo.
Esta foto fue tomada a las 8:13, así que está malo |
A la 8:30 ya estábamos en camino.
La salida de Resistencia también tomó su tiempo antes de entrar a la ruta 11 que nos llevaría a Santa Fe.
Partimos sin echar bencina, pensando recargar en el camino, cosa que no fue. No había ninguna bomba a la salida.
Sin lluvia y descansada, pude hacerme una mejor idea de esta ciudad, que, como todas las otras que estuvimos, resultaron mucho más grandes que lo que imaginaba en la planificación del viaje. Todas se parecen un poco a Mendoza y a Córdoba. Tanto el centro como las afueras que son más pobres y más feas.
Como no sabíamos donde encontraríamos bencina, nos fuimos lento para no quedarnos botados. (Yo llevaba mi bidón de 5 lt. lleno, así que no iba tan preocupada)
En el día parcialmente nublado, con algunos nubarrones que no revestían amenaza alguna.
El ambiente estaba fresco y agradable. En ese primer tramo tuvimos un par de chaparrones pequeños, que no generaron problemas.
Seguimos todo el trayecto leeeeento! Yo iba durmiéndome.
Después de 1 hora de camino, encontramos una bomba y pudimos llenar los estanques. Todos menos Camarón... (definitivamente mi compadre no aprende)
La Veti comentó que en la parte del anteojo que se apoya en la nariz, una de las patitas iba sin la parte plástica que aísla el metal, y le iba haciendo una herida en esa zona. Así que aprovechamos que iban dos oftalmólogos, a falta de uno y que yo tenía curitas (parches, entiéndase bien) a mano, así que el Vetu le tapó la parte de la herida y le aisló la patita del anteojo, y quedó perfect.
Qué bueno, porque es una lata ir en moto y que algo te vaya molestando o doliendo todo el rato.
Las curitas!! |
Seguimos camino, luego vino el primer peaje y ya se notaba un cambio dramático en el paisaje, que dejaba de ser selvático con árboles frondosos, apareciendo las extensas planicies, sólo con manchones de vegetación más tupida. La humedad de la atmósfera intensifica los olores del pasto cortado y de los pinos.
También se empezaban a ver rebaños de vacas pastando, pegadas a los alambres que demarcan los campos... teniéndo miles de hectáreas más adentro, van y se pegan a las cercas de alambre.
Como a las 11 paramos al café de la mañana y a recargar bencina, lo cual nunca está demás.
En esta parada el Vetu se dio cuenta que mi foco estaba como trizado, y en su opinión era bueno protegerlo para que no se siguiera rompiendo.
Y nuevamente recurrimos a mis curitas, y a su habilidad quirúrgica, con lo cual quedó perfectamente reparado y el daño controlado. Raro quedó, pero siguió funcionando perfecto y las curitas no se salieron nunca más, hasta mucho tiempo después de llegar a Santiago de vuelta y de haber soportado muchas lluvias.
Antes de retomar el camino con Vampiro hicimos una arenga para ir más rápido, era un camino dereeeeecho como los de Ojitos, y casi sin tráfico. Como para ir a 140 por lo menos. Y no seguir con el ritmo lento de la mañana cuidando la bencina.
Vetu y Camarón apoyaron. No se cumplió totalmente, pero de 100 subimos a 120... algo es algo.
Pasamos por Avellaneda, un pueblo como tantos en el camino, con un monumento bien bien sui generis a la entrada, y aparentemente muy bien organizado.
Y más adelante el peaje de Reconquista, más o menos en la mitad del camino.
Como a mediodía, y estando nublado, bruscamente subió la temperatura a 34 grados y se puso bien sofocante.
Pero a pesar del calor el camino estaba precioso. Las llanuras, el verde, el azul del cielo, las nubes con sus formas y tonalidades caprichosas y cambiantes y el placer incomparable de andar en moto por lugares remotos y desconocidos.
En alguna parte del trayecto Camarón pasó solo a echar bencina, evidentemente se desfasó en la llenada del estanque, pero eso lo descubrí ahora mirando las fotos.
Como a las 2, y a 150 Km. de Santa Fe paramos en una YPF a almorzar.
Se veía super bueno y con una variada oferta de platos y terminó siendo un fiasco.
Se manearon enteros con los pedidos, que tampoco eran tan complicados, porque lo único que había era pollo con arroz y hamburguesas...
Yo comí hamburguesa, ultramegamala. La peor de mi vida. Los que comieron pollo también lo encontraron pésimo.
Terminamos de "almorzar" y seguimos, ya con ganas de llegar luego a destino.
Mucho.pero mucho calor. Hasta 37 en un tramo.
Al bajar la velocidad el pantalón quemaba.
En los semáforos con los camiones nos tirábamos a la berma para no parar tanto.
Todos menos Camarón íbamos con Maps.me, así que se fue con el Vetu sin perderlo de vista. Más atrás íbamos los demás.
Lo malo de eso fue que las dos fotógrafas oficiales iban juntas, así que hay fotos de ellos no más, no del resto.
Pasamos por el último peaje del día, en la localidad de Videla.
Así y todo no se hizo tan largo. Porque el camino es realmente lindo y se disfrutaba a pesar del calor.
El termómetro marca 37° |
Entramos a la ciudad sin perdernos y llegamos a la primera.
El hotel se veía bacán, probablemente el mejor de toda la gira Cualtaco On Tour.
Con estacionamiento ahí mismo, de muy fácil acceso.Camarón y los Vetus ya habían llegado. Algún problema había con la reserva, que no aparecía en ninguna parte. Pero yo llevaba la confirmación impresa, además de tenerla en la app de Booking.
El problema, según nos dijeron cuando finalmente apareció, era que "estaba en el otro computador" sin comentarios jajajajajaja!! Son secos con la tecnología.
Estábamos todos sudados y acalorados.
Con ganas de ducharnos y cambiarnos ropa.
Finalmente nos fuimos a las habitaciones.
Como a esa hora se largó a llover. Nos salvamos, pensé.
Quedamos en bajar a las 19:15 para un aperitivo en la terraza... pero no había terraza! Así que nos fuimos al bar. Lo atendía una chica que no cachaba nada de tragos. Trajo una caipiriña para la Stella y un pisco sour para la Antonieta que estaban pésimos (como el almuerzo jajajajaja) Pedro reclamó, que eso no era caipiriña, y como la cabra le discutió, se enojó mucho y devolvió todo el pedido.
Después de eso salimos a buscar donde comer por ahí cerca.
Los hombres se vistieron y se autodenominaron el Team Acuarela jajajajaja
Entramos a uno que estaba vacío y en remodelación y no nos tincó para nada. En el camino Gasparín se compró un helado de heladería.
Caminamos y caminamos y caminamos sin encontrar nada. Yo ya estaba media chata. Terminamos en un local medio penca, tipo fuente de soda, con una carta ahí no más.
Pedro sugirió irse al hotel. Yo apañé y nos fuimos al hotel en taxi. Comimos ahí "como caballeros" unos buenos platos con vinito y postre rico.
Y una muy agradable conversa.
Los otros también comieron muy rico, pero cosas que no estaban en la carta.
Bifes y ensaladas muy buenas segun contaron.
Con todos los matices, fue un gran día!!
El día siguiente era sin moto, para pasear, así que no habría que madrugar.
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